Hace un tiempo compré un adorno mini-macetero para mi oficina, con 4 pequeños cactus colgando de un corazón. Pensé ponerlo en mi escritorio, mantenerlo siempre saludable, cuidar de las mini-matitas, deleitarme observando su belleza. ¿Qué tan difícil resultaría mantenerlo? O sea, después de todo, eran
cactus, las "matas" más duraderas y de más bajo consumo de la "bolita del mundo". Cierto, ¿no?
WRONG!
Parece que llegué tarde a la repartición de
green thumbs, pues a los pocos meses mis cactus estaban en condiciones que ni les cuento. Pensé que era falta de luz solar, así que tomé el macetero y lo puse al lado de una de las ventanas de mi oficina. Esa noche cuando me fui olvidé ponerlo nuevamente sobre mi escritorio... ya pueden imaginarse que mi amigo
Murphy hizo de las suyas. Esa noche hizo mucha brisa y a la mañana siguiente el macetero amaneció en el piso; sólo se salvó 1 de los cactus.
En la Francisco Prats Ramírez esquina Federico Geraldino hay una casa que siempre me ha llamado la atención. Es de 2 pisos, tiene muchas matas en el techo y una jardinera grande en el patio. Siempre me ha llamado la atención, porque entre las rejas se pueden distinguir muchos
bonsais. Luego me enteré por medio de mi amiga Fela que efectivamente ahí había una jardinería japonesa, ya que ella llevaba su bonsai ahí para que le dieran "mantenimiento". Cuando este fin de semana pasado me dispuse rellenar los 3 maceteros vacíos, decidí ir ahí para ver si me vendían las matas.
Me atendió una muchacha Japonesa, mu amable y simpática, que me presentó a un señor, Japonés también, que era el encargado de todas las matas. El señor no hablaba mucho Español, pero la muchacha me explicó que no había problema, que él me repondría los cactus que había perdido por otros más fuertes y de mayor duración, así que le entregué los maceteros, luego de que me dieran un "tour" por toda la jardinería. Quedé impactada por la cantidad y belleza de las matas que me enseñaron.
El Miércoles en la tarde fui a buscar mi macetero. Los cactus que el señor me puso en sustitución de los perdidos son hermosos. Con una sonrisa me los entregó, y en su español forzado me explicó cómo cuidarlos para que estuviesen conmigo mucho tiempo.
Son bellos, ¿no?
La parte más linda de esta historia es la siguiente: cuando le pregunté cuánto le debía me dijo que nada. Pensé que no le había entendido bien y volví a preguntarle cuánto le debía y me reiteró que nada, que había disfrutado mucho plantando mis matitas y que el tiempo que esto le había tomado no tenía valor monetario. Me dijo que si hubiese sido, por ejemplo, un bonsai, que le toma mucho tiempo y dedicación, me hubiese cobrado, pero que él apreciaba más mi "amistad" que cualquier dinero que le pudiera dar. Atónita le dí las gracias, y volvió a asombrarme cuando me dijo que no le diera las gracias a él, que se las diera a Dios que era el único ser al que teníamos que agradecerle.
Todavía estoy sin habla.
Aún quedan personas espirituales en este mundo, que realmente disfrutan lo que hacen. Lo que hizo ese señor Japonés que sólo me había visto 1 vez anteriormente realmente me impactó.
Así que ya saben, si alguna vez andan paseando por esa zona (es la misma calle de Plaza Central, detrás de lo que antes era el Palacio del Cine), párense en "Jardinería Fullguey" y cómprenle una matita al jardinero. Les aseguro que se llevaran no sólo una hermosa creación, sino algo lleno de buenas vibras, sentimientos e intenciones (si pueden llévense un bonsai, hay unos de
buganvillas (cariñosamente "Trinitarias") super baratos (menos de RD$1,000.00) ¡son bellos!).