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Monday, June 09, 2014

Y llega Xarelto al rescate

Este post es la continuación del post anterior. .

Un año y medio. Un año y medio bebiendo veneno de ratón. Un año y medio sin poder comer vegetales. Un año y medio sin poder siquiera oler el alchohol. Un año y medio de golpes, sangrados, morados, internamientos, emergencias, "antisocialismo" (lo mal que lo ven a uno cuando pide que por favor no le toquen pues le podrían causar un morado que lo llevaría a emergencia). Un año y medio de visitas semanales a la clínica. Un año y medio de "pincharme" las venas mínimo semanalmente. Un año y medio de preguntar qué contienen los alimentos (no por mañosería, sino por los alimentos prohibidos).

Un año y medio.

Uno lo lee en dos segundos, pero ese año y medio para mí fue toda una vida.

Hasta que un día mi hematóloga me mandó a llamar.

La FDA había aprobado un nuevo medicamento que podía utilizarse para tratar, entre otras cosas, la trombofilia.

Ya yo había visto el anuncio en CNN, pero la medicina no estaba todavía libremente disponible en el país.

Hasta ese día.

El día que llegó Xarelto a mi vida.

Xarelto es una de las mejores cosas que me han pasado desde que se diagnosticó mi trombofilia. Aunque sigue teniendo casi los mismos riesgos y efectos secundarios que la warfarina, el Xarelto te da calidad de vida. Ya no tengo que hacerme examenes de sangre semanalmente, voy a la hematóloga cada 3 meses, hace muchos que no tengo que ir a emergencia por algún sangrado irregularmente excesivo (aún sangro), los golpes me siguen causando "morados", pero no tan severos como antes (ya por lo menos se me puede tocar), puedos comer TODOS los vegetales que quiera (amo al repollo y la lechuga), puedo beber alchohol (thank you, Jesus!). En fin, la vida con trombofilia ha sido diferente desde la llegada de Xarelto.

Hoy estoy bastante controlada, gracias a Dios. De vez en cuando tengo sangrados espontáneos (y hace par de semanas un incidente bastante desagradable con un inmenso coágulo de sangre en la boca causado extrañamente por una limpieza de dientes), pero nada que se escape de control ni que me haya llevado a la sala de emergencia.


Pensándolo bien, este año sólo he tenido que ir a emergencias una sola vez, y fue gracias a un episodio de vértigo luego de un viaje de buceo a Sosúa (el buceo no desató el vértigo, por si acaso, fue una mala coincidencia).

Y nada, esa es la historia de mi trombofilia hasta el momento.

Interesante, ¿no?

Thursday, May 29, 2014

Bébase su veneno de ratón y deje de joder tanto

Este post es la continuación del post anterior.

Nada, había que afrontar la vida con todo lo que ella traía.

La doctora entendía que como mi trombofilia era adquirida, había muchas posibilidades de que si erradicábamos los factores de riesgo mi organismo podría regenerarse. Lo primero, dejar de beber pastillas anticonceptivas. Me envió inmediatamente a la ginecóloga, quien me dijo que "jamaninunca" podía beberlas de nuevo. ¿Cómo íbamos a regular los niveles hormonales? "¡Rebaja!" fue su respuesta.

0 y ya van 2.

El cigarrillo no era un problema ya. Dejé de fumar el 11/11/11 (escogí la fecha especialmente para nunca olvidarla). Lo dejé "cold turkey." Era la única forma. La tercera tenía que ser la vencida (ya lo había dejado 2 veces anteriormente, una por 5 años y la otra por año y medio). Hoy en día me ayudo con un cigarrillo electrónico (el estrés me está matando, es eso o un Marlboro) y ese ya dentro de poco se va también.

Lo tercero era el alcohol. Ese también se iba.

Lo cuarto, y lo más difícil, bajar de peso. Pero eso es material de otro post.

Y mientras tanto, ¿qué íbamos a hacer? Licuar lo más posible la sangre para tratar de evitar o disminuir las trombosis. Ya estaba bebiendo cardioaspirina y un antigregante plaquetario por la hipertensión, pero no eran suficientes pues mis niveles protrombóticos estaban muy elevados. La doctora me recetó warfarina, un medicamento que es utilizado como veneno de ratón.

Sí, leyeron bien, tenía que beber veneno de ratón.

Esta medicina es sumamente delicada. Tenía que sacarme sangre por lo menos 1 vez a la semana, pues la única forma de regular sus niveles era sabiendo los niveles de protrombina en la sangre (tengo un "cayo" en el brazo inzquierdo de todos los "pinchones", mi pobre vena ha pasado mucho trabajo). ¿Efectos secundarios? Todos. Sangrados, derrames, horribles hematomas (perdí la cuenta de las veces que tuve que ir a emergencia por esto). De la nada comenzaba a sangrar por la cabeza, la cara (a veces conversando con alguien se me quedaban viendo asustados porque la sangre me salía de los poros sin motivo alguno). No podía consumir nada "verde" pues iba en contra de la medicina (léase, nada de vegetales). Cuando fui a Bahía de las Águilas me dió una insolación extrañísima y sangraba como loca por la cara (horrible). Ciertos alimentos adicionales estaban prohibidos.

Mi vida era horrible. El año y medio que duré tomando warfarina fue una pesadilla. Tenía que ir casi todas las semanas a la clínica. Si alguien simplemente me topaba me salía un "morado". Si me daba un golpe tenía que salir "juyendo" para emergencia, igual si me cortaba. 

Un año y medio sin alhocol. Ni una gota. Un día en casa de mi cuñada me comí un pedazo de dulce que tenía "un chin" de alcohol y hasta la presión me subió.

La vida ya no era vida. Era un contínuo pesar. No podía estar en lugares donde hubiese mucha gente pues el más mínimo "toquesito" se convertía en un "morado". Imagínense la lucha que tuve que pasar con personas a las que les gusta hablarte dándote "toquesitos" en el cuerpo.

Un infierno.

Continuará...

Tuesday, May 27, 2014

De como uno mismo se daña la vida

Este post es la continuación del post anterior.

Esa misma tarde visité a la hematóloga. Cuando le conté la historia del dedo confirmó preliminarmente el diagnóstico del cardiólogo; me estaban dando trombosis. Para saber qué las estaba causando tenía que hacerme más examenes profundos, los cuales me hice inmediatamente. Algunos resultados tomaron un tiempo para estar listos: en el país no los hacen (sin mencionar que al laboratorio hay que pagárselos en dólares, no te dan devuelta y no puedes reclamarlos al seguro). Lo único que podía hacer era esperar.

Volví unas semanas después con una "caterva" de resultados. El diagnóstico fue pasmoso: sufría de trombofilia.

WTF?

 Ya ella se lo imaginaba, pero quería confirmarlo. Tenía una "abnormalidad" en la sangre que me causaba trombosis constantes.

¿Qué lo había causado? Hay dos tipos de trombofilia: la hereditaria (nadie en mi familia sufre de eso) y la adquirida. En mi caso era la adquirida. ¿Cómo se adquiere? Bueeeenooooo... Hagamos un check-list, ¿les parece?

Malos hábitos de vida:
Cigarrillo:
Alcohol:
Obesidad:
Pastillas anticonceptivas (en mi caso para regular los niveles hormonales):
✓ 
¡Qué linda! ¡Yo misma me había dañado el organismo!

Si alguno de ustedes tiene acceso a una caja de pastillas anticonceptivas, busque las letritas donde dice que si tiene más de 35 años y fuma no debiera beberlas pues pueden causar trombos. Yo lo leí cientos de veces, pero como todo ser humano siempre pensé que nunca me pasaría a mí. 

La doctora me dijo que había tenido suerte pues las trombosis sólo me habían dado en las extremidades cortas, es decir, en los dedos, pero que siempre existía la posibilidad de que uno de esos trombos se me fuera al cerebro, a los pulmones, a algún órgano o extremidad importante y... bueno, no tengo que decirles lo que me podría pasar.

La noticia me cayó como un balde de agua. Yo misma era responsable de lo que me estaba pasando. El romo, el cigarrillo, la "buena vida" que en verdad era "mala vida" habían puesto mi vida en peligro.

O sea, me puedo morir en cualquier momento.

¿Y ahora, qué íbamos a hacer?

Continuará...

Thursday, May 22, 2014

El comienzo de la aventura

Estaba tranquilamente duchándome una noche hace casi 3 años cuando, al levantar la mano izquierda para tomar algo del caddy que cuelga de la ducha, de pronto sentí un dolor en la mano. Observé mis dedos y asombrosamente el dedo mediano se me puso negro en la coyuntura media. Me quedé pasmada. No me había dado ningún golpe, simplemente me había salido un "morado" de la nada.

A partir de ese momento tenía un dolor intenso constante en el dedo, hasta el punto que lo tenía completamente inutilizado. Pasaron meses así, en los cuales de vez en cuando me salían "morados" pequeños en otros dedos. Obviamente, no fui al médico en ese momento. Varios meses después fui a consultar a mi dermatólogo (que es el médico de confianza de la familia) y al terminar la consulta aproveché y le comenté lo que me había pasado en el dedo. Se lo encontró bastante extraño por lo que me mandó a hacerme unos exámenes y a consultar con un ortopeda.

El ortopeda me hizo varios examenes y me tomó unas cuantas radiografías, pero no encontró nada. Cuando tuve los resultados de los exámenes volví donde el dermatólogo, quien encontró que tenía "algo" (no recuerdo qué era) que sólo aparecía cuando las personas tenían problemas del corazón, por lo que me envió al cardiólogo.

Cuando visité al cardiólogo tenía la presión arterial en nada menos que en 190/120. Muy bonito. Me mandó a hacer varias pruebas, las cuales me hice inmediatamente y luego de llevárselas determinó que sufría de hipertensión arterial. Me mandó un reguero de medicamentos y sugirió "levemente" que dejara de fumar y que perdiera peso.

Menos de 40 años y ya mi vida dependía de pastillas. Bien hecho.

Ya al terminar la consulta le comenté aéreamente que lo que me había sucedido en el dedo. Para mí era algo sin importancia, pero obviamente para él no lo era por la manera en que había abierto los ojos. "Eso fue lo primero que debiste haberme dicho", me comentó. Me examinó la mano, hizo unas cuantas cosas más y me dijo "lo que te pasó en el dedo y lo que te ha estado pasando con los "morados" han sido pequeñas trombosis." ¿Tromqué? "No doctor, usted está equivocado, esa "vaina" sólo les da a los viejos", le dije atónita. "No querida, le puede dar a cualquier persona, y a tí te están dando." Inmediatamente me refirió donde una hematóloga. Con carácter de urgencia.

Cuando fui a visitarla un poco más tarde ese mismo día no tenía la más mínima idea del cambio que daría mi vida.