Thursday, May 22, 2014

El comienzo de la aventura

Estaba tranquilamente duchándome una noche hace casi 3 años cuando, al levantar la mano izquierda para tomar algo del caddy que cuelga de la ducha, de pronto sentí un dolor en la mano. Observé mis dedos y asombrosamente el dedo mediano se me puso negro en la coyuntura media. Me quedé pasmada. No me había dado ningún golpe, simplemente me había salido un "morado" de la nada.

A partir de ese momento tenía un dolor intenso constante en el dedo, hasta el punto que lo tenía completamente inutilizado. Pasaron meses así, en los cuales de vez en cuando me salían "morados" pequeños en otros dedos. Obviamente, no fui al médico en ese momento. Varios meses después fui a consultar a mi dermatólogo (que es el médico de confianza de la familia) y al terminar la consulta aproveché y le comenté lo que me había pasado en el dedo. Se lo encontró bastante extraño por lo que me mandó a hacerme unos exámenes y a consultar con un ortopeda.

El ortopeda me hizo varios examenes y me tomó unas cuantas radiografías, pero no encontró nada. Cuando tuve los resultados de los exámenes volví donde el dermatólogo, quien encontró que tenía "algo" (no recuerdo qué era) que sólo aparecía cuando las personas tenían problemas del corazón, por lo que me envió al cardiólogo.

Cuando visité al cardiólogo tenía la presión arterial en nada menos que en 190/120. Muy bonito. Me mandó a hacer varias pruebas, las cuales me hice inmediatamente y luego de llevárselas determinó que sufría de hipertensión arterial. Me mandó un reguero de medicamentos y sugirió "levemente" que dejara de fumar y que perdiera peso.

Menos de 40 años y ya mi vida dependía de pastillas. Bien hecho.

Ya al terminar la consulta le comenté aéreamente que lo que me había sucedido en el dedo. Para mí era algo sin importancia, pero obviamente para él no lo era por la manera en que había abierto los ojos. "Eso fue lo primero que debiste haberme dicho", me comentó. Me examinó la mano, hizo unas cuantas cosas más y me dijo "lo que te pasó en el dedo y lo que te ha estado pasando con los "morados" han sido pequeñas trombosis." ¿Tromqué? "No doctor, usted está equivocado, esa "vaina" sólo les da a los viejos", le dije atónita. "No querida, le puede dar a cualquier persona, y a tí te están dando." Inmediatamente me refirió donde una hematóloga. Con carácter de urgencia.

Cuando fui a visitarla un poco más tarde ese mismo día no tenía la más mínima idea del cambio que daría mi vida.

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