Mi Semana Santa

Después del entierro no quedaba mucho más por hacer. Le pregunté a mi mamá si quería que me quedara con ella pero me dijo que no valía la pena, que disfrutara lo que me quedaba de descanso de Semana Santa y me fuera. Total, no me iba de bonche, sino para casa de unos amigos en La Colonia, una loma de San Cristóbal, más arriba de Cambita.
Recogí mis bultos y enfilé para el descanso. Como ya era Viernes en la tarde, la carretera estaba bien suave, con poco tránsito. Subiendo la loma bajamos los vidrios de la jeepioneta, para impregnarnos del aire fresco del campo. Cuando llegamos ya nuestros amigo nos estaban esperando.
La casa de Winchy es preciosa. Una típica casita de montaña, en madera y piedras, con todas las comodidades que podíamos necesitar. En plena ladera, tenía una vista espectacular. Al fondo podíamos observar la ciudad de Santo Domingo y el Mar Caribe, tan azul que por momentos se confundía con el cielo. Y ni decir de la vista de noche...

Nos pasamos el fin de semana en mucha tranquilidad. Jugamos varios juegos de mesa (Scrabble, Trivial Pursuit, UNO y Cranium, entre otros), leímos y yo particularmente vi par de películas de las que había llevado (March of the Penguins y un episodio de CSI: Miami que no había visto).
El clima siempre estuvo medio nublado, por lo que siempre hacía frío. El Viernes en la tarde comenzó a llover y de pronto nos envolvió una nube de neblina preciosa. Fue increíble ver como poco a poco la nube iba subiendo la ladera de la montaña y de pronto nos envolvió cual manto blanco.

El fin de semana entero nos lo pasamos en tranquilidad. Compartimos mucho, conversamos mucho, cocinamos mucho y descansamos mucho.
Por mi parte me la pasé en constante contacto con mi casa y llegué bien temprano el Domingo para poder ir a la primera misa de mi abuela.
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