Me quejo mucho, pero quiero a mi país.
Esto me lo envió doña D. Lo comparto con todos aquellos que están igual de agobiados que yo con la situación actual.
¡Nosotros Dominicanos!
La calidad de la vida es directamente proporcional a la calidad de los pensamientos.
La nación dominicana está triste. Pareciera que por los desastres de la naturaleza, por la constante crisis económica, el desastre energético, la repugnante clase política y una aparentemente interminable lista de males, el Apocalipsis quisqueyano está cerca.
No hay que abundar en la perenne queja, la decepción y la frustración que muchas veces nos abate.
La falta de esperanza, un futuro incierto, oscuro y a veces aterrador hacen que echemos a menos la tierra que nos vio nacer.
Uno de nuestros grandes defectos es denostar lo nuestro y echar loas a lo foráneo. Caemos en el craso error de compararnos con otros países. Cada país es diferente.
Por muchísimas razones el punto de referencia es Estados Unidos. Me pregunto yo si acaso hay algún país que pueda compararse con Estados Unidos. Los que territorialmente pueden hacerlo, no lo pueden desde el punto de vista del desarrollo. Obvio. Nosotros tampoco.
No tenemos las langostas de Maine, pero tenemos los camarones de Sánchez; no tenemos el trigo de Kansas, pero tenemos los arrozales de la San Francisco de Macorís; no tenemos las papas de Idaho, pero tenemos la yuca de Moca y los plátanos de Barahona; no tenemos la cocina exótica europea, pero tenemos nuestro sazón del medio del Caribe; no tenemos los Kiwis de Nueva Zelandia, pero tenemos guayabas por todas partes. Somos los de los mangos y del dulce de leche de Baní, las tortas de Pimentel, los chicharrones de Villa Mella, los pasteles en hoja de San Cristóbal, el mabí del Seibo, los hojaldres y rosquetes del Santo Cerro.
Aquí no cae nieve, pero tampoco la necesitamos. Dios nos ha bendecido con un sol precioso, un cielo como ningún otro y unos paisajes que no los apreciamos hasta que dejamos de verlos.
No tenemos los vinos de Francia, porque naturalmente no somos franceses, y este clima no es para ese tipo de cultivo. Y si así fuera, José Martí, el apóstol de la independencia cubana llegó a decir que "nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino".
Tenemos ron. Todos quieren tomar cerveza Presidente. Cigarros dominicanos. Bailar merengue. Contratar peloteros dominicanos. Hay quienes han dado más jonrones que Sammy Sosa, pero ninguno tiene el carisma del criollo.
¿Acaso no pudieran las pupilas asombrarse al ver un amanecer en la bahía de Samaná y la hermosísima vista de esta misma bahía cuando se va para Las Terrenas? Los campos del Cibao con la agricultura variada, las palmeras, la pródiga tierra, las casitas multicolores, la generosidad de los campesinos.
Las dunas de Salinas en Baní, la costa de Barahona y Pedernales, las interminables playas del este llenas de cocoteros.
¿Hay acaso vista más bonita que la carretera desde Santo Domingo precisamente al aeropuerto, junto al Mar Caribe, con las diferentes tonalidades del agua y el efecto contrastante de los corales?
Del mismo modo, la carretera de la costa norte, colindante con el océano Atlántico, partiendo desde Puerto Plata, pasando por Sosúa, Cabarete, Gaspar Hernández, Cabrera hasta llegar a Nagua. Los ríos de Jarabacoa y Constanza.
El lago Enriquillo con flamencos y cocodrilos. Los cañaverales de San Pedro y La Romana. La basílica de Higüey a N. S. de La Altagracia. La iglesia de N. S. de Las Mercedes en el Santo Cerro.
Somos un pueblo alegre, de piropos, de bromas, de compartir en el colmado, de hacer sancocho cuando llueve, de jugar domino, de jugar pelota en la calle, de salir a bañarse bajo la lluvia, de volar chichiguas en cuaresma, del café de la vecina, de serenatas, de "asaltos" de cumpleaños, de habichuelas con dulce, de discusiones por fritos verdes y concón, de cocinados y "serruchos", de angelitos en navidad, de bailar en la calle, hablar alto.
Con el correo electrónico nos reímos de nosotros mismos, de nuestras ocurrencias e idiosincrasia. Eso somos. Como el merengue "Nosotros Somos Así" de Juan José Ayuso y Johnny Ventura:
Es la patria que no engaña por la que yo vivo y muero.
Sol y mar, surco y montaña
La Quisqueya que yo quiero
Criollo por los cuatro lados
La tierra de donde vengo es mi orgullo más preciado y lo más grande que hay.
Nosotros somos así, mezcla de son y merengue. Un pueblo lleno de gente que busca su porvenir. Hombres que saben fajarse en el campo y la ciudad, que dan solidaridad y pelean si hay que pelearse.
Somos el país de Eduardo Brito, Oscar de la Renta, Juan Luis Guerra y Michael Camilo. Casandra Damirón, Luis Alberti, Julio Alberto Hernández, Ángela Carrasco, Rafael Solano, Maridalia Hernández, Sonia Silvestre, Fernando Casado, Luchy Vicioso, de Yaqui y de Freddy. La tierra de Juan Marichal, Sammy Sosa, Pedro Martínez, Alex Rodríguez, Albert Pujols, Alfonso Soriano, Julián Javier, Osvaldo Virgil, Tony Peña, Manuel Mota, Felipe Rojas Alou, Félix Sánchez.
También la de Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Pedro Mir, Pedro Henríquez Ureña, Salomé Ureña, César Nicolás Penson.
Quisqueya, la tierra de mis amores. Somos el país de mucha gente que no ha sido famosa pero que ha demostrado capacidad, nobleza de alma, espíritu de trabajo. Muchos que no han ganado medallas, títulos o salir en periódicos o revistas pero que han dado lo mejor que tienen.
Gente que simplemente ha hecho la voluntad de Dios en muchísimas ocasiones y momentos cruciales. Gente que se ha repartido por el mundo y que como yo, se sienten orgullosos de ser dominicanos.
Gente que ha extraído petróleo en Alaska, que ha hecho puentes y edificios, dirigido orquestas en Europa, excelentes académicos, médicos en el Massachussetts General Hospital, Cleveland Clinic, Puerta de Hierro.
Gente que como Gastón Fernando Deligne han llegado a decir: Qué linda en el tope estás / dominicana bandera / Quién te viera, quién te viera / más arriba, mucho más. Quisqueyanos, valientes alcemos nuestro canto con viva emoción. La nación que si fuere mil veces esclava otras tantas ser libre sabrá.
El barco ha sido tocado, pero no hundido. Adelante. Tampoco busquemos ni pretendamos ser lo que no somos. Nosotros somos dominicanos. Con defectos, males, pero con virtudes, valores y fe.
La calidad de la vida es directamente proporcional a la calidad de los pensamientos.
La nación dominicana está triste. Pareciera que por los desastres de la naturaleza, por la constante crisis económica, el desastre energético, la repugnante clase política y una aparentemente interminable lista de males, el Apocalipsis quisqueyano está cerca.
No hay que abundar en la perenne queja, la decepción y la frustración que muchas veces nos abate.
La falta de esperanza, un futuro incierto, oscuro y a veces aterrador hacen que echemos a menos la tierra que nos vio nacer.
Uno de nuestros grandes defectos es denostar lo nuestro y echar loas a lo foráneo. Caemos en el craso error de compararnos con otros países. Cada país es diferente.
Por muchísimas razones el punto de referencia es Estados Unidos. Me pregunto yo si acaso hay algún país que pueda compararse con Estados Unidos. Los que territorialmente pueden hacerlo, no lo pueden desde el punto de vista del desarrollo. Obvio. Nosotros tampoco.
No tenemos las langostas de Maine, pero tenemos los camarones de Sánchez; no tenemos el trigo de Kansas, pero tenemos los arrozales de la San Francisco de Macorís; no tenemos las papas de Idaho, pero tenemos la yuca de Moca y los plátanos de Barahona; no tenemos la cocina exótica europea, pero tenemos nuestro sazón del medio del Caribe; no tenemos los Kiwis de Nueva Zelandia, pero tenemos guayabas por todas partes. Somos los de los mangos y del dulce de leche de Baní, las tortas de Pimentel, los chicharrones de Villa Mella, los pasteles en hoja de San Cristóbal, el mabí del Seibo, los hojaldres y rosquetes del Santo Cerro.
Aquí no cae nieve, pero tampoco la necesitamos. Dios nos ha bendecido con un sol precioso, un cielo como ningún otro y unos paisajes que no los apreciamos hasta que dejamos de verlos.
No tenemos los vinos de Francia, porque naturalmente no somos franceses, y este clima no es para ese tipo de cultivo. Y si así fuera, José Martí, el apóstol de la independencia cubana llegó a decir que "nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino".
Tenemos ron. Todos quieren tomar cerveza Presidente. Cigarros dominicanos. Bailar merengue. Contratar peloteros dominicanos. Hay quienes han dado más jonrones que Sammy Sosa, pero ninguno tiene el carisma del criollo.
¿Acaso no pudieran las pupilas asombrarse al ver un amanecer en la bahía de Samaná y la hermosísima vista de esta misma bahía cuando se va para Las Terrenas? Los campos del Cibao con la agricultura variada, las palmeras, la pródiga tierra, las casitas multicolores, la generosidad de los campesinos.
Las dunas de Salinas en Baní, la costa de Barahona y Pedernales, las interminables playas del este llenas de cocoteros.
¿Hay acaso vista más bonita que la carretera desde Santo Domingo precisamente al aeropuerto, junto al Mar Caribe, con las diferentes tonalidades del agua y el efecto contrastante de los corales?
Del mismo modo, la carretera de la costa norte, colindante con el océano Atlántico, partiendo desde Puerto Plata, pasando por Sosúa, Cabarete, Gaspar Hernández, Cabrera hasta llegar a Nagua. Los ríos de Jarabacoa y Constanza.
El lago Enriquillo con flamencos y cocodrilos. Los cañaverales de San Pedro y La Romana. La basílica de Higüey a N. S. de La Altagracia. La iglesia de N. S. de Las Mercedes en el Santo Cerro.
Somos un pueblo alegre, de piropos, de bromas, de compartir en el colmado, de hacer sancocho cuando llueve, de jugar domino, de jugar pelota en la calle, de salir a bañarse bajo la lluvia, de volar chichiguas en cuaresma, del café de la vecina, de serenatas, de "asaltos" de cumpleaños, de habichuelas con dulce, de discusiones por fritos verdes y concón, de cocinados y "serruchos", de angelitos en navidad, de bailar en la calle, hablar alto.
Con el correo electrónico nos reímos de nosotros mismos, de nuestras ocurrencias e idiosincrasia. Eso somos. Como el merengue "Nosotros Somos Así" de Juan José Ayuso y Johnny Ventura:
Es la patria que no engaña por la que yo vivo y muero.
Sol y mar, surco y montaña
La Quisqueya que yo quiero
Criollo por los cuatro lados
La tierra de donde vengo es mi orgullo más preciado y lo más grande que hay.
Nosotros somos así, mezcla de son y merengue. Un pueblo lleno de gente que busca su porvenir. Hombres que saben fajarse en el campo y la ciudad, que dan solidaridad y pelean si hay que pelearse.
Somos el país de Eduardo Brito, Oscar de la Renta, Juan Luis Guerra y Michael Camilo. Casandra Damirón, Luis Alberti, Julio Alberto Hernández, Ángela Carrasco, Rafael Solano, Maridalia Hernández, Sonia Silvestre, Fernando Casado, Luchy Vicioso, de Yaqui y de Freddy. La tierra de Juan Marichal, Sammy Sosa, Pedro Martínez, Alex Rodríguez, Albert Pujols, Alfonso Soriano, Julián Javier, Osvaldo Virgil, Tony Peña, Manuel Mota, Felipe Rojas Alou, Félix Sánchez.
También la de Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Pedro Mir, Pedro Henríquez Ureña, Salomé Ureña, César Nicolás Penson.
Quisqueya, la tierra de mis amores. Somos el país de mucha gente que no ha sido famosa pero que ha demostrado capacidad, nobleza de alma, espíritu de trabajo. Muchos que no han ganado medallas, títulos o salir en periódicos o revistas pero que han dado lo mejor que tienen.
Gente que simplemente ha hecho la voluntad de Dios en muchísimas ocasiones y momentos cruciales. Gente que se ha repartido por el mundo y que como yo, se sienten orgullosos de ser dominicanos.
Gente que ha extraído petróleo en Alaska, que ha hecho puentes y edificios, dirigido orquestas en Europa, excelentes académicos, médicos en el Massachussetts General Hospital, Cleveland Clinic, Puerta de Hierro.
Gente que como Gastón Fernando Deligne han llegado a decir: Qué linda en el tope estás / dominicana bandera / Quién te viera, quién te viera / más arriba, mucho más. Quisqueyanos, valientes alcemos nuestro canto con viva emoción. La nación que si fuere mil veces esclava otras tantas ser libre sabrá.
El barco ha sido tocado, pero no hundido. Adelante. Tampoco busquemos ni pretendamos ser lo que no somos. Nosotros somos dominicanos. Con defectos, males, pero con virtudes, valores y fe.
1 comments:
hahahahaha... yo que estoy buscando un articulo de Juan Luis Guerra y su Divorcio y me eh topao con este Post en Yahoo! hahahah... ttyl
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