Gracias a Silvia por este hermoso mensaje:
MURIO DANDO VIDA.
Por Manuel Maza, S.J. / El Caribe
Miercoles 16 de marzo del 2005 actualizado a las 1:19 AM
La prensa mundial se ha hecho eco de la muerte heroica de Nicola Galipari, jefe del servicio de seguridad italiano en Irak, intentando salvar de un diluvio de balas norteamericanas a Giuliana Sgrena, periodista del diario Il Manifesto.
Todo ser humano se conmueve ante la generosidad de este militar que escudó con su cuerpo a la periodista. Galipari era un profesional que sobrellevó con paciencia la mala fama que rodea a todos los necesarios organismos de seguridad.
Más de una vez pensó en cambiar su trabajo de policía por otra profesión mejor remunerada y respetada. Caminó la ruta escarpada del servicio ciudadano, renunció a la vida cómoda, sacrificó la cercanía familiar de mujer e hijos.
Estoy seguro de que en adelante, la vida de Giuliana Sgrena estará marcada por la entrega de Nicola Galipari, mientras ponderamos los terribles interrogantes de este confuso incidente. La muerte de este hombre bueno arroja luz sobre tantas muertes de inocentes a manos de los señores del terror y de la guerra. Su acción generosa nos interpela.
El 25 de marzo volverá a ser Viernes Santo y conmemoraremos la muerte de Jesús de Nazaret. Aún mirada de cerca, la cruz de Jesús no es diferente de las otras dos donde murieron dos bandidos. ¿Cómo comprender esa muerte?
Basta mirar al crucifijo para captar que la muerte de Jesús fue violenta. Hubo un momento en que cayó preso, perdiendo el control sobre su vida, su mensaje y su destino. Otros pudieron acusarle de revoltoso y blasfemo, de ser otro líder popular contrario a la ocupación romana, "Hemos comprobado que éste anda agitando a nuestra nación, oponiéndose a que se pague tributos al César y diciendo que él es Mesías y rey" (Lucas 23, 2). Jesús no se opuso al pago de impuestos a Roma (lea Lucas 20, 20-26), sí se opuso a la divinización de César.
Jesús murió una muerte violenta, porque escogió libremente ejercer su ministerio en el corazón mismo del poder en Palestina. Subiendo a Jerusalén, Jesús escogió enfrentar en su propio terreno a los intereses del templo, a los especialistas de la ley, escribas y fariseos que oprimían al pueblo con pesadas cargas, y al poder interventor romano y sus aliados saduceos.
La ida a Jerusalén no fue una decisión fácil. Lucas lo reseña: "Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén" (9,51). Jesús confrontó todos estos poderes, no porque ambicionara el poder, sino porque el templo, la ley y la maldad humana y sus mil caras destruían la verdadera vocación humana, eran contrarios a la Buena Noticia del Reino.
Si sus enemigos pudieron apresarlo y darle muerte, fue porque Él libremente escogió ser fiel a su mensaje y su ministerio. Jesús lo afirmó claramente, "Nadie me quita la vida, yo me desprendo de ella por decisión propia" (Juan 10,18). Pudieron matarlo, porque escogió afirmar radicalmente la Buena Noticia. La única forma de acallar su voz era quitarle la vida.
En el Evangelio de Juan, Jesús explica su muerte e ilumina la de Galipari: "nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que da la vida por ellos" (Juan 15, 13). Murió dando vida.
Por Manuel Maza, S.J. / El Caribe
Miercoles 16 de marzo del 2005 actualizado a las 1:19 AM
La prensa mundial se ha hecho eco de la muerte heroica de Nicola Galipari, jefe del servicio de seguridad italiano en Irak, intentando salvar de un diluvio de balas norteamericanas a Giuliana Sgrena, periodista del diario Il Manifesto.
Todo ser humano se conmueve ante la generosidad de este militar que escudó con su cuerpo a la periodista. Galipari era un profesional que sobrellevó con paciencia la mala fama que rodea a todos los necesarios organismos de seguridad.
Más de una vez pensó en cambiar su trabajo de policía por otra profesión mejor remunerada y respetada. Caminó la ruta escarpada del servicio ciudadano, renunció a la vida cómoda, sacrificó la cercanía familiar de mujer e hijos.
Estoy seguro de que en adelante, la vida de Giuliana Sgrena estará marcada por la entrega de Nicola Galipari, mientras ponderamos los terribles interrogantes de este confuso incidente. La muerte de este hombre bueno arroja luz sobre tantas muertes de inocentes a manos de los señores del terror y de la guerra. Su acción generosa nos interpela.
El 25 de marzo volverá a ser Viernes Santo y conmemoraremos la muerte de Jesús de Nazaret. Aún mirada de cerca, la cruz de Jesús no es diferente de las otras dos donde murieron dos bandidos. ¿Cómo comprender esa muerte?
Basta mirar al crucifijo para captar que la muerte de Jesús fue violenta. Hubo un momento en que cayó preso, perdiendo el control sobre su vida, su mensaje y su destino. Otros pudieron acusarle de revoltoso y blasfemo, de ser otro líder popular contrario a la ocupación romana, "Hemos comprobado que éste anda agitando a nuestra nación, oponiéndose a que se pague tributos al César y diciendo que él es Mesías y rey" (Lucas 23, 2). Jesús no se opuso al pago de impuestos a Roma (lea Lucas 20, 20-26), sí se opuso a la divinización de César.
Jesús murió una muerte violenta, porque escogió libremente ejercer su ministerio en el corazón mismo del poder en Palestina. Subiendo a Jerusalén, Jesús escogió enfrentar en su propio terreno a los intereses del templo, a los especialistas de la ley, escribas y fariseos que oprimían al pueblo con pesadas cargas, y al poder interventor romano y sus aliados saduceos.
La ida a Jerusalén no fue una decisión fácil. Lucas lo reseña: "Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén" (9,51). Jesús confrontó todos estos poderes, no porque ambicionara el poder, sino porque el templo, la ley y la maldad humana y sus mil caras destruían la verdadera vocación humana, eran contrarios a la Buena Noticia del Reino.
Si sus enemigos pudieron apresarlo y darle muerte, fue porque Él libremente escogió ser fiel a su mensaje y su ministerio. Jesús lo afirmó claramente, "Nadie me quita la vida, yo me desprendo de ella por decisión propia" (Juan 10,18). Pudieron matarlo, porque escogió afirmar radicalmente la Buena Noticia. La única forma de acallar su voz era quitarle la vida.
En el Evangelio de Juan, Jesús explica su muerte e ilumina la de Galipari: "nadie tiene amor más grande por los amigos que uno que da la vida por ellos" (Juan 15, 13). Murió dando vida.
1 comments:
Murio salvandole la vida a una Comunista....que desperdicio. Esa bala debio aberle esplotado el caco a ella.
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