Tuesday, September 06, 2011

Hasta luego, Bombita...


He perdido la cuenta de las veces que he comenzado este post...

Este pasado Sábado 3 de septiembre se cumplió 1 mes de la muerte de Bomba Jean.
Para quienes no la conocen, Bomba era una de mis gatos.
He tenido animales toda mi vida, tanto así que cuando era pequeña decía que iba a estudiar para ser veterinaria. Desde gallinas, hamsters, conejos, pajaritos, peces, tortugas, perros, gatos… todos han pasado por mi vida.

Pero Bomba fue un ser especial.
Bomba era hija de Tutitaña, quien a su vez fue hija de Aisha, una gata que mi amigo y compañero de colegio Luis S me regaló como regalo, valga la redundancia, final de Angelito del último año de colegio. Tutitaña fue de la primera camada de Aisha. Bomba, junto a Dax y Tasha (ésta última murió a las pocas semanas de haber nacido), fue de la primera camada de Tutitaña.
Nació a principios de agosto del año 1993. Cuando ella era pequeña, yo tenía un foco de esos industriales que tiene una batería y dos bombillos y Bomba jugaba a "encaramarse" en el foco y ponerse en el medio de los dos bombillos. De ahí vino su nombre: bombillo... bombilla… Bomba.
Lola Linácea, quien murió luego de "un enfrentamiento" con una iguana, fue la primera hija de Bomba. Pana de la Pista, quien todavía está conmigo, fue su segunda hija.
A mediados de los años 90 Bomba comenzó a dormir conmigo en mi habitación. Los otros gatos (Dax, Pana, Huracán y Qui-Gon Jinn, quien murió a finales del año pasado), tenían muy “mal dormir”; Bomba era la única que dormía la noche entera, así que se ganó el puesto a mi lado en la cama.
Bomba era como una hija para mí, y una compañera permanente para mis padres. Salía de mi habitación a “compartir” con los demás felinos de casa, y cuando deseaba volver a entrar “tocaba” la puerta del pasillo para que la dejaran entrar (con la pata le daba a la patica que se le pone a la puerta para dejarla abierta). Durante el día se la pasaba en la habitación de papi y mami, pero desde que yo llegaba a la casa ella me “sentía”, se paraba de la cama y se iba directo a donde yo estuviese.
Veía la televisión, leía el periódico, me acompañaba a bañarme, me consolaba cuando lloraba, me “peleaba” en las noches cuando me levantaba “cuchucientas” veces por el insomnio. Tenía su “lugar” en la habitación de mis padres y mi habitación era más de ella que mía. Cada vez que alguno de los otros gatos entraba en su “reino”, Bomba se “quillaba” y ponía “truño”. Nunca en la vida mordió a nadie, mucho menos “aruñarle”. Tenía el mejor ánimo del mundo y era una “ñoñería” constante.
Hace unos meses me dí cuenta que la edad la estaba afectando. Estábamos juntas en la cama viendo televisión y ella se paró para estirarse. Cuando terminó de hacerlo, perdió el equilibrio y se cayó. Esto comenzó a sucederle más a menudo. Durante las últimas semanas se caía de los escalones al tratar de subir a mi cama (mi cama está elevada, tengo una "escalerita" para poder subir a ella).
No importaba cuánto comiera, comenzó a perder peso. Poco después comenzó a vomitar muy de seguido y su pérdida de equilibrio se volvió más notable. Su vida se estaba volviendo más sedentaria y ya los momentos de juego fueron siendo más esporádicos. Papi y mami preocupados me pidieron que la llevara al veterinario.
Estaba deshidratada y tenía daño renal, pero todo eso por la edad. Comencé a llevarla dos veces a la semana al veterinario para que la hidrataran, pero yo sabía que todo eso era el principio del fin. Ya estaba perdiendo el control de sus esfínteres y tenía diarrea constante. Fueron varias las veces que me “bañó”…
El Lunes 1 de agosto mami me llamó en la noche para decirme que Bomba estaba muy desanimada y que casi no se estaba moviendo. Salí corriendo para casa y junto a papi, quien no quería separarse de ella, me la llevé al vet. Mami, sabía lo que venía, por eso se despidió de ella antes de irnos.
Le inyectaron un “reguero” de medicinas, le comenzaron a hacer muchísimos estudios, pero Anabelle, la doctora, me repitió lo que tenía meses diciéndome: todo esto era por la edad, ya no había marcha atrás. Estábamos posponiendo lo inevitable. Duramos par horas con ella hasta que la estabilizaron. No había mucho más que hacer, así que nos fuimos. Papi se despidió de ella.
El Martes la fui a ver en la mañana y al final de la tarde. Estaba estable. Estaban haciendo todo lo posible por mantenerla con vida.
El Miércoles 3, día del famoso huracán que nunca llegó, la fui a ver en la mañana. La notaba un poco más animada, hasta maulló. Me fui a comer y le dije a la doctora que volvería temprano en la tarde pues no trabajaría más ese día.
A eso de las 2:30 me llamó la doctora. Me dijo que su situación había empeorado y que si quería despedirme de ella era mejor que fuera en ese momento.
Llegué en menos de 5 minutos. La temperatura le estaba bajando, no tenía fuerzas para “mantenerse en pie”. Anabelle la había puesto sobre una camita para calentarla, pero sabía que le quedaba poco. La abracé, la besé, le pdije que ya era hora de irse, que yo estaba bien y que no quería que sufriera. Ella no paraba de verme.

Anabelle me preguntó si quería "ayudarla a irse", pero no tuve el valor. Prefería que se fuera cuando ella lo decidiera.


A eso de las 5:40 me dí cuenta que ella no se iría mientras yo estuviera ahí; hasta ese punto llegó su fidelidad conmigo. La besé de nuevo, la abracé, la cargué, le dije que la amaba y que nunca la olvidaría y que esos 18 años que habíamos pasado juntos era el mejor regalo que Dios nos había dado. Me despedí, sabiendo que no la volvería a ver.


No habían pasado 10 minutos de haberme ido de la veterinaria cuando me llamaron para decirme que se había ido.


Aún escribiendo esto no puedo parar de llorar. Dax, Pana y Huracán se dan cuenta que ella falta. Y mis padres la lloraron como si hubiesen perdido a una hija.


A mí no me importa cuál sea la doctrina, estoy segura que hay un cielo para las mascotas y Bomba está en él. 


Gracias Dios por habermela prestado durante estos 18 años. No puedo ser egoísta y haber pretendido que se quedara más; tú la llamaste y allá ella está junto a tí, viéndome y velando por mi.

Gracias al staff de la Veterinaria Dr. Piñeyro, sobre todo a Anabelle y a Dorkis por haber querido tanto a mi niña y por haberme permitido estar con ella hasta el final.


Te amo, Bombita, te amo y nunca te olvidaré. Gracias por haber estado siempre a mi lado.


Te prometo que nos volveremos a ver...



4 comments:

Anya P. said...

Ay Dios estoy dando gritos! yo tambien he tenido animales toda la vida y al igual que tu los he perdido y los he sufrido, no puedo evitar llorar cada vez que los recuerdo, en especial a Max (perrito), murió hace 4 años y aun lo extraño. Te quedan lindos recuerdos!!

Jax said...

Besos a mis perritos Peky y Terry en el cielo de las mascotas,,,este ultimo nos acompano por 15 anos, ah tambien a Luna, Greco y Miranda Marihuana,...Las mascotas nos llenan de alegria nuestas vidas desde ninos y hasta de adultos, nos brindan su compania y fidelidad...pero es tan duro cuando hay que decirles adios...

clau said...

tan bella... se parecía a mi gata leticia quien también duro 18 años 1984 - 2002

Noshe said...

Ayyy yo en el trabajo y con los ojos aguados(con ganas de llorar)..hace un mes fallecio mi lolita..mi pequeña chiguaguita..y aun la recuerdo..Es un dolor que solo el que convive dia a dia con un animal puede entenderlo...la fidelidad, el cariño, la dulzura y esas energias que la caracterizaron..Te entiendo perfectamente!