De un tiempo para acá me he dado cuenta que he desarrollado una vocación por la enseñanza. He descubierto que me gusta enseñar lo que sé y que me gusta aprender, quizás para así poder enseñarles a los demás.
Esta semana le hice un favor a un amigo. Una amiga y yo fuimos a una universidad y dar un examen de una clase que nuestro amigo imparte en una maestría de Derecho. Yo he hecho maestrías, así que fui con la idea de que me iba a encontrar, no con bachilleres amañados de colegio, sino con profesionales del derecho, todos o la mayoría en ejercicio. Personas que tienen 2 dedos de frente y que tienen cierto nivel de educación, en todo el sentido de la palabra.
La clase, o mejor dicho, el examen era de 6 a 10. Mi amiga y yo llegamos a las 6 en punto y nos encontramos con 5 personas en el aula. Preguntamos cuántos estudiantes eran y nos respondieron que eran como 30.
En una de mis maestrías uno de mis compañeros se quejó de que el profesor comenzaba las clases en punto y que no les daba chance a aquellos que llegaban tarde para escuchar las cátedras desde un principio. La respuesta del profesor, quien además era y sigue siendo Juez, fue muy acertada. “El que asume un compromiso debe estar dispuesto a cumplirlo. Si usted se inscribió en una maestría era porque podía asistir a clases a la hora establecida. Se entiende que hay ocasiones en que la responsabilidad del trabajo no le permitirá asistir a tiempo, pero esto debe ser la excepción y no la regla. Si no puede asistir a tiempo, entonces no debió haberse inscrito.”
Si, me imagino que están pensando en estos momentos que el profesor era muy estricto, pero particularmente yo estoy de acuerdo con él. Quizás yo también soy muy estricta, rayando a veces en lo psicorrígida.
Mi amiga y yo decidimos darle una oportunidad a los estudiantes, tomando en cuenta que a veces los tapones en esta ciudad hacen un poco difícil el que uno esté a tiempo en los lugares.
Pasaron los minutos y llegaron unos cuantos estudiantes. Nos pusimos de plazo las 6:30 p.m., pero todavía a esa hora no estaba siquiera el 50% del alumnado presente.
A las 6:40 ya yo estaba incómoda. Le dije a mi amiga que comenzáramos el examen, porque jugar con el tiempo de los demás que sí habían estado presentes a la hora era una falta de respeto, no sólo por parte de aquellos que no habían llegado a tiempo, sino también de nosotras mismas.
Mi amiga comienza a repartir el examen y una de esas muchachas que aparentaba que lo menos que tenía en el cabeza era masa encefálica comienza a quejarse.
Ella: “¿Y por qué vamos a comenzar el examen ahora?”
Yo: “¿Y por qué no?”
E: “¡Pero no es justo!”
Y: “Señorita, ¿a qué hora estaba supuesta a comenzar la clase?”
E: “A las 6:00 p.m.”
Y: “Entonces creo que estamos un poco retrasadas para iniciar el examen.”
E: “¡Pero es que no ha llegado nadie.”
Y: “Pero ya tenemos que dar el examen.”
E: “¡Pero vamos a esperar un rato para que lleguen los otros.”
Y: “Señorita, son las 6:40 p.m., creo que oportunidad de más hemos dado.”
E: (con tono súper altanero) “¿Usted lo que quieres es que le de la razón? Pues está bien entonces, ¡usted tiene la razón!”
Y: “No es asunto de que yo quiera que usted me de la razón o no, es que debieron estar aquí a las 6 de la tarde y ya tienen más de 40 minutos de retraso. No podemos esperar más.”
Respiré profundo porque realmente no eran mis estudiantes y me dediqué a lo mío. Sólo pedí un deseo: que algún día ella fuese mi contraparte en un caso y cometiera el error de llegar tarde a audiencia para pedirle el defecto por falta de comparecencia. That would surely teach her a lesson.
Otro de los estudiantes comenzó a quejarse de que no le habían explicado el material. Mi amiga le aclaró que el examen era en grupo, con libro abierto, con opción de usar el móvil y llamar para pedir consulta (más que un examen, era un caso práctico). Puso “bembita” y siguió refunfuñando.
Esta nueva generación de abogados debe aprender algo. El mejor abogado no es el más bocón ni el más altanero, sino el que habla con la razón y la justicia de su parte. Aquellos quienes están cursando una maestría son profesionales; deben pensar muy bien las cosas antes de decirlas y no deben de discutir ni enfadarse cuando evidentemente no tienen la razón. Deben aprender también a que las cosas no son fáciles de obtener y que no pueden pretender que todo se les entregue en bandeja de plata.
Esta profesión es muy difícil y el que no esté dispuesto a dar todo de sí debe pensarlo bien antes de estudiarla o ejercerla.
Esta semana le hice un favor a un amigo. Una amiga y yo fuimos a una universidad y dar un examen de una clase que nuestro amigo imparte en una maestría de Derecho. Yo he hecho maestrías, así que fui con la idea de que me iba a encontrar, no con bachilleres amañados de colegio, sino con profesionales del derecho, todos o la mayoría en ejercicio. Personas que tienen 2 dedos de frente y que tienen cierto nivel de educación, en todo el sentido de la palabra.
La clase, o mejor dicho, el examen era de 6 a 10. Mi amiga y yo llegamos a las 6 en punto y nos encontramos con 5 personas en el aula. Preguntamos cuántos estudiantes eran y nos respondieron que eran como 30.
En una de mis maestrías uno de mis compañeros se quejó de que el profesor comenzaba las clases en punto y que no les daba chance a aquellos que llegaban tarde para escuchar las cátedras desde un principio. La respuesta del profesor, quien además era y sigue siendo Juez, fue muy acertada. “El que asume un compromiso debe estar dispuesto a cumplirlo. Si usted se inscribió en una maestría era porque podía asistir a clases a la hora establecida. Se entiende que hay ocasiones en que la responsabilidad del trabajo no le permitirá asistir a tiempo, pero esto debe ser la excepción y no la regla. Si no puede asistir a tiempo, entonces no debió haberse inscrito.”
Si, me imagino que están pensando en estos momentos que el profesor era muy estricto, pero particularmente yo estoy de acuerdo con él. Quizás yo también soy muy estricta, rayando a veces en lo psicorrígida.
Mi amiga y yo decidimos darle una oportunidad a los estudiantes, tomando en cuenta que a veces los tapones en esta ciudad hacen un poco difícil el que uno esté a tiempo en los lugares.
Pasaron los minutos y llegaron unos cuantos estudiantes. Nos pusimos de plazo las 6:30 p.m., pero todavía a esa hora no estaba siquiera el 50% del alumnado presente.
A las 6:40 ya yo estaba incómoda. Le dije a mi amiga que comenzáramos el examen, porque jugar con el tiempo de los demás que sí habían estado presentes a la hora era una falta de respeto, no sólo por parte de aquellos que no habían llegado a tiempo, sino también de nosotras mismas.
Mi amiga comienza a repartir el examen y una de esas muchachas que aparentaba que lo menos que tenía en el cabeza era masa encefálica comienza a quejarse.
Ella: “¿Y por qué vamos a comenzar el examen ahora?”
Yo: “¿Y por qué no?”
E: “¡Pero no es justo!”
Y: “Señorita, ¿a qué hora estaba supuesta a comenzar la clase?”
E: “A las 6:00 p.m.”
Y: “Entonces creo que estamos un poco retrasadas para iniciar el examen.”
E: “¡Pero es que no ha llegado nadie.”
Y: “Pero ya tenemos que dar el examen.”
E: “¡Pero vamos a esperar un rato para que lleguen los otros.”
Y: “Señorita, son las 6:40 p.m., creo que oportunidad de más hemos dado.”
E: (con tono súper altanero) “¿Usted lo que quieres es que le de la razón? Pues está bien entonces, ¡usted tiene la razón!”
Y: “No es asunto de que yo quiera que usted me de la razón o no, es que debieron estar aquí a las 6 de la tarde y ya tienen más de 40 minutos de retraso. No podemos esperar más.”
Respiré profundo porque realmente no eran mis estudiantes y me dediqué a lo mío. Sólo pedí un deseo: que algún día ella fuese mi contraparte en un caso y cometiera el error de llegar tarde a audiencia para pedirle el defecto por falta de comparecencia. That would surely teach her a lesson.
Otro de los estudiantes comenzó a quejarse de que no le habían explicado el material. Mi amiga le aclaró que el examen era en grupo, con libro abierto, con opción de usar el móvil y llamar para pedir consulta (más que un examen, era un caso práctico). Puso “bembita” y siguió refunfuñando.
Esta nueva generación de abogados debe aprender algo. El mejor abogado no es el más bocón ni el más altanero, sino el que habla con la razón y la justicia de su parte. Aquellos quienes están cursando una maestría son profesionales; deben pensar muy bien las cosas antes de decirlas y no deben de discutir ni enfadarse cuando evidentemente no tienen la razón. Deben aprender también a que las cosas no son fáciles de obtener y que no pueden pretender que todo se les entregue en bandeja de plata.
Esta profesión es muy difícil y el que no esté dispuesto a dar todo de sí debe pensarlo bien antes de estudiarla o ejercerla.
6 comments:
Te apoyo 100%. No soy abogada, pero también yo estudié una licenciatura e hice un postgrado y la falta de respeto de la gente era inmensa. A veces eran los profesores que fallaban, y ni siquiera se disculpaban. Esto es una universidad cara, privada. Y algo más, la gente altanera, ¿qué es lo que se cree? Una buena dosis de realidad es lo que hace falta aquí.
Me da mucha tristesa, y verguenza a la vez, saber que en las universidades de mi pais los estudiantes todavia se esten comportando como estudiantes de bachillerato. Me sorprende mas aun leyendo tu post, que estos no solo son estudiantes acabados de graduar del colegio, si no que ya tienen titulo universitario. Eso dice mucho, o muy poco, no solo de nuestra gente sino tambien de las insituciones de educacion avanzada de nuestro pais.
Nuestra cultura esta acostumbrada a ser inpuntual y eso no nos ayuda a avanzar y progresar en la vida. Yo creo que tu y tu amiga fueron muy benevolentes al darle una ventana de cuarenta minutos para que llegaran los estudiantes a tomar su examen. Para que las cosas cambien en nuestra querida isla, tenemos que ser fuertes cuando de estas cosa se trata. Por eso aplaudo al profesor que tuviste tu Bracuta en tu maestria. Necesitamos personas asi para ir educando un poco a la gente. Si a estos jovenes inpuntuales se le da un "break" y pueden comenzar su examinacion cuarenta minutos mas tarde de lo acordado continuaran llegando tarde a todos los lugares por que saben que siempre tendran tiempo. Hay que cambiar eso! Si acordamos a las 6 de la tarde, lo siento ero a las 6:00:00 en punto estoy repartiendo el examen. Si llegaste a las 6:40, te doy tu examen pero ese es tu problema que tienes 40 minutos menos que los demas para terminarlo.
Y esto lo tenemos que aplicar en todo. Ya basta que exista lo que es "la hora dominicana." No es de buena educacion y de muy mal gusto invitar a alguien a una actividad a las 8 de la noche, por ejemplo, y que se aparezcan a las 9 o 9:30 por que es la costumbre del dominicano. Ese es un de nuestros muchos problemas que no nos permiten progresar como nacion.
No me gustan las comparaciones, las detesto, pero por que en paises del "primer mundo" la puntualidad es esencial en todos los aspectos? Una persona que llega 10, 15 o 20 minutos tarde a una entrevista de trabajo, a una reunion, a una cena, a un EXAMEN en estos paises se considera una persona irresponsable y mal educada. Se considera un insulto y de muy poca educacion.
No es que no sean especiales, pero esta situación no es exclusiva de los estudiantes de derecho. Pasa en casi todas las facultades y áreas; los estudiantes en una maestría cada vez son más jóvenes y, realmente, los colegios y escuelas hoy carecen de disciplina y normas estrictas. Todo se le permite a los estudiantes, llegan a la hora que sea a clases y los padres se tragan a la Dirección si les quitan puntos, no hay competitividad para que ninguno se sienta "excluido" y no se traumatice, no los dejan afuera, les aceptan los trabajos pasada la fecha de entrega, y así. Por tanto, la universidad es reflejo de este producto de gente floja, y cuando entran a los trabajos le ponen los nervios de punta a uno.
Mucho esperaste (40 minutos) 10 minutos seria lo maximo.
Como han cambiado las cosas!
Bueno, un poco tarde el comentario, pero es realmente descorazonante el tipo de estudiantes que tenemos en las aulas, que se viene arrastrando desde el bachillerato, la falta de educación hogareña (estos muchachos se están criando solos y con dinero a manos llenas, sin saber la lucha que hay que hacer para uno ganarse el pan de cada dia para el comun denominador de la población (o sea el 85% de nosotros)y la grave ausencia de moral y civica, que ya no se imparte en las escuelas y colegios. En mi caso soy profesora de la facultad de arquitectura de una reconocida universidad privada, y lo que uno tiene que ver y escuchar es como para salir corriendo en dirección contraria, los muchachos llegan con la creencia de que se merecen todas las facilidades habidas y por haber, o sea que hay que darles todo en cucharitas y ya masticado...es la generación más light con la que me ha tocado lidiar (salvo contados excepciones, que le dan a uno ánimo para seguir enseñando). Son situaciones que sólo son salvadas por el amor a la enseñanza y la voluntad de hacer el correspondiente "aporte a la patria" como digo yo.
...y eso no es nada... Una amiga que estudia derecho en una universidad privada me puso a leerle un libro que su profesor le había hecho comprar. El libro en cuestión estaba escrito por el propio profesor.
Luego de leer un párrafo me detuve y volvía a leer el mismo párrafo pues no entendí el mensaje, releí dos o tres veces más y lograba entender el mensaje y todo gracias a la pésima, horrible y penosa redacción, edición y revisión que tenia el libro. Le explique a mi amiga y solo me dijo: Con razón me cuesta tanto aprender esto!
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