Friday, November 25, 2005

Hasta pronto, Gómez...

Isabel trabajaba en mi casa desde antes de yo nacer. En aquella época, todos los que vivíamos por la zona nos conocíamos. Isabel trabajaba donde una señora a la que le decían doña Chacha; esa era su “doña”, pero a la vez trabajaba en mi casa. Doña Chacha iba al salón Paraíso donde doña Iris, y mi mamá también iba al mismo salón (y yo iba con ella). Me imagino que en una de esas conversaciones se conocieron; la verdad es que no se cómo Isabel llegó a mi casa, pero para mí siempre estuvo ahí.
Cuando doña Chacha murió estando yo muy pequeña, Isabel definitivamente se quedó trabajando en mi casa full time.
Con el paso de los años, Isabel se convirtió en algo más que una persona que trabajaba en mi casa. Como había una diferencia de edad tan marcada entre mis hermanos y yo, a veces yo no tenía con quien jugar en mi casa (claro, yo tenía mi grupito de la zona: Alvin Ortega, Onelia Ramírez, Linnette Pérez, Fafico Aybar, Pituka (no recuerdo el apellido) y demás), pero yo les llevaba par de años casi a todos). También entró en la ecuación que mi mamá comenzó a estudiar 2 carreras nuevas cuando yo tenía apenas 5 años, y muchas veces yo no la veía porque cuando llegaba de la universidad ya yo estaba durmiendo hace rato.
A veces cuando me iba al colegio mami todavía estaba durmiendo porque había amanecido estudiando e Isabel era quien me peinaba (generalmente 2 colitas) y me ponía el uniforme. Cuando llegaba al medio día ella era la que estaba ahí porque papi y mami estaban trabajando. Después de hacer tareas y jugar con mis amigos, jugaba con ella. Ibamos caminando a Los Praditos donde ella tenía amigas (en aquella época la ciudad era mucho más segura). A veces en la noche nos sentábamos en un banquito que estaba frente al Colegio Claret, en la autopista Duarte, y nos poníamos a contar carros y adivinar las placas y los colores. Cuando no salíamos, escuchábamos música de Radio Guarachita en su radio (doña Chacha era hermana del dueño). Todos mis antojos ella me los daba; por ella soy la persona que soy hoy.
Mi mamá siempre decía que Isabel era la única India que quedaba en el país. Isa era alta, pelo negro lacio y largo, con facciones que de verdad parecían de esos indígenas que veía en los libros de historia.
Yo era la ñoñería de Isabel. Ella me mimaba. En una época (que duró muuuuuuuuuuchos años) me cogió con sólo comer papas fritas con huevos fritos de comida y cena, y era ella quien me los hacía. Nunca voy a olvidar los "jondones" (hot dogs), las "pocalecas" (cocalecas), el "aisí" del "icee" (si, yo se que se llama slurpee, pero a veces las maquinitas de expendio decían iceee) que hacen en los 7Eleven, que no era más que coca cola batida con azúcar y hielo en la licuadora), los yaniqueques (torticas de harina frita)….
Isabel me enseñó a cocinar. Me enseñó a "hacer oficios" (arreglar la cama, trapear, fregar, limpiar los baños, etc...); me enseñó a coser y me apuntó en cursos de tejido y manualidades en las tardes en la Iglesia Claret (si, yo sé coser, tejer y hacer punto de cruz, si me canso del derecho puedo dedicarme a eso). Hacíamos muñequitas, jugábamos con mariquitas, me llevaba a misa, me llamaba la atención cuando me portaba mal, pero todo siempre con mucho amor.
Todos los años Isabel celebraba una misa para conmemorar la muerte de doña Chacha, que por casualidad había muerto el día de mi cumpleaños. A las 6 de la mañana de todos los 18 de enero de cada año Isabel se levantaba temprano para ir a misa y poder estar en casa temprano para levantarme y felicitarme.
No había una ocasión que dejara pasar. Siempre me regalaba algo para mi cumpleaños, Navidad y el día de mi santo (Tatica). Generalmente eran panties de colores, pero para mí lo importante era que ella siempre me tenía presente.
A medida que pasaron los años, mis hermanos fueron casándose y teniendo hijos. Ahí seguía Isabel. Mi primera sobrina era su "ñiña", su "comadre". A Mariu y a Jose los cuidó como si fueran sus hijos. Cuando mi hermana estaba recién parida, Isabel iba todos los días a su casa a "hacer oficios" y a atender a Jose. Para cualquier cosa que necesitáramos, Isabel siempre estaba ahí.
Mis hermanos y yo le hacíamos muchísimas maldades. Le tenía un miedo horrible a las jeringuillas. Si veía una salía corriendo. Y ni hablar de los lagartos, o "pájaros" como ella les decía. Tanto la fuñíamos que una vez compramos un lagarto de plástico y a cada rato se lo escondíamos en lugares que sabíamos que lo iba a encontrar, nada más para reirnos cuando se asustaba. Yo sufría de esconderme detrás de las puertas y esperar que se acercara para brincarle alante y asustarla. Ella siempre nos perdonaba, ya que para ella éramos sus hijos.
En mi casa trabajaron sus hij@s, sus herman@s, sus sobrin@s, sus prim@s. Todo el que venía de la Loma de Castañuela, de Villa Vásquez en Monte Cristi (de donde era Isabel), pasó por un momento de su vida por mi casa. Todos eran parte de nuestra familia.
Con los años, Isabel se fue enfermando. Primero comenzó con dolores en el cuerpo. Luego de mucho insistir, decidió ir al médico y le diagnosticaron artritis deformante. Desde ese momento comenzó su viacrusis. Se bebía toda la medicina que cualquier le dijera que se bebiera. Fue como a 500 médicos y se hizo todos los tratamientos del mundo. Casi a diario la inyectaban (ya se imaginan con el terror que les tenía a las jeringuillas lo que eso significaba para ella). Iba donde brujos, bebía "tomas", pero seguía deteriorándose. Se quedaba dormida caminando. Cuando se mudó a Herrera para cuidar la casa de su hija y venía a mi casa en carro público o en guagua, siempre se pasaba de la parada porque se había quedado dormida o cuando llegaba a casa se daba cuenta de que alguien le había abierto la cartera y le había robado "los chelitos".
Hace unos años mi mamá decidió pensionarla. Sus achaques constantes nos daban demasiada pena, y aunque ella insistía en seguir trabajando (trabajadora como ella sola), mami le dio un ultimátum y le dijo que prefería tenerla viva en su casa que muerta en un carro público. Luego de mucho pelear, por fin accedió a quedarse en su casa.
Al principio seguía visitando mi casa. Para cualquier cosa que necesitáramos siempre estaba ahí, aunque poco a poco quisimos dejar de molestarle y permitirle descansar (aunque ella se molestaba porque no quería dejarnos solos).
Hacía ya par de años que no la veía. Ella casi no podía salir de su casa y por complicaciones de la vida yo no podía ir a la de ella. A veces tomaba el teléfono cuando llamaba a casa y me ponía a relajarla. Hacía ya unos años que mi hermano mayor le había puesto el apodo de "Isabel Peña Gómez" (su verdadero nombre era Isabel Peña), y yo de copiona comencé a decirle
"Gómez".
Ayer cuando salía para la oficina luego de mi hora de almuerzo, abrí la puerta del pasillo que da a las habitaciones y vi a mi mamá abrazada de Antonia (una de las señoras que trabaja en casa y que también era familia de ella), hablando con un hombre a quien no pude distinguir porque estaba de espaldas. Pregunté qué pasaba y el hombre se volteó: era Nicolás, uno de los hijos de Isabel. Volvía a preguntar qué pasaba y mi mamá me dijo que Isabel se había muerto en la mañana. Me quede tiesa; no pude reaccionar. Mi mamá no pudo contenerse y comenzó a llorar. Antonia la tuvo que sostener, yo no me podía mover. No sé cuánto tiempo pasó, pero de pronto vi que mi camisa estaba mojada de mis propias lágrimas. Creo que le dije a mi mamá que me tenía que ir a la oficina y que me llamara cualquier cosa. No recuerdo nada del camino a la oficina, sólo que estuve llorando. Lloré, lloré en la oficina, lloré en el carro, lloré en el baño. Lloré.
Anoche fuimos a la funeraria. Me encontré con gente que tenía años que no veía. "¿Tú te acuerdas cuando yo trabajaba en tu casa?" "¿Tú te acuerdas cuando me pedías que te hiciera papitas fritas" "¿Todavía tienes gatos?" "¡Muchacha, tú si has crecido!" Las caras las recuerdo borrosamente, no se qué les respondí. Tenía mi vista fija en el ataúd. Todo el presente iba donde mi mamá. "¿Usted es doña Enedina?" "Isabel siempre la vivía mentando." "¿Usted es la doña de Isabel?" De mí decían "esa que está ahí la crió Isabel." "Isabel quería a los hijos de la doña como si hubiesen sido sus hijos, y ellos la querían igual."
No pude acercarme. No pude verla. Quería recordarla de otra forma, como esa Isabel que en mi niñez me "picaba" el hielo como a mi me gustaba. Aquella que me defendía y la que me consolaba cuando me daba un golpe. A la que brincaba del susto cuando yo le salía detrás de una puerta de repente.
Ve con Dios, Gómez. Por lo menos allá arriba ya no estás sufriendo más. Espero que Dios te de todos los materiales para que puedas hacer muchas muñequitas y que pasen muchos carros de colores para que los puedas contar. Vela por mí, y si vez que hago algo mal estás en todo el derecho de echarme mi boche, ¡pero no me hales los pies por la noche!
Te quiero mucho Gómez. Nos vemos pronto…

"Ay yo tengo una mujer, que me da la vida entera; cerveza, cigarrillo, dinero cuando yo quiera…"
(Este es el estribillo de una de las canciones que escuchábamos en Radio Guarachita)

7 comments:

Ariel said...

mi sentido pesame, bracuta..

pero recuerda siempre, que donde ella fue, no existe dolor, no existe pena.. esta real y efectivamente en un mejor lugar.

me parece maravillosa la forma que tienes para contagiar las cosas que estas sintiendo, y poner a quienes te leemos en un lugar desde donde podemos comprender a lo que te refieres de una manera tan simple y a la vez tan efectiva.

portese bien, sientase bien, y siga en eso..

Hipólito Delgado said...

wow, que tremendo relato! casi me haces llorar!

henry siteber said...

I'm so very sorry for your loss. Thankfully, I haven't lost anyone close in quite sometime, but I still understand how you must be feeling.
I have a problem with going to funerals. I prefer the memory of people while they are well, not when they are laying in a box.

Anonymous said...

Girl, you made me cry!!. Im so sorry! I know how you must feel, the lady at my moms house has been there for 16 years, her daughter used to sleep in my bed, thats how close we are!. But, Gomez is in a better place now, and the show must go on.

annush said...

I am so sorry for your loss eny!

*hug*

Anonymous said...

me hiciste llorar

Unknown said...

Bueno, yo lloré (chin porque estoy en la oficina), pero porque te entiendo y cmparto cómo te sientes. Es muy hermoso el homenaje que le haces a tu Gómez. Sólo podía pensar al leerlo cómo fuimos dichosos , los de nuestra generación, cuando nuestras familias podían acoger gente que se convertía en cariños tan importantes , que con humildad y sabiduría (deladeaveidá) nos formaban. Nuestros hijos ya no podrán disfrutar eso, pero quizás podremos transmitirles nosotros un poquito de esa Isabel a ellos.