Uno de los puntos más conflictivos de mi personalidad es mi paciencia. Digo que es conflictivo porque tengo DEMASIADA paciencia y esto puede resultar tanto bueno como malo.
Creo firmemente en darles oportunidades a las personas. Creo que nadie es perfecto y que todo el mundo se equivoca. Por eso a veces me tomo más tiempo del necesario en tomar decisiones, porque siempre estoy esperando a que el otro reaccione.
Soy así con casi todo en la vida. Mi novio me trataba mal y duré años en tomar la decisión de alejarme de él. Mi jefe me trataba mal y lo aguanté por años también.
Analizándome me he dado cuenta que aparentemente soy renuente al cambio, y esto a veces no es bueno. Suelo acomodarme y resiento tener que cambiar.
He estado trabajando en esta falla durante años, y creo que el Sábado pasado tomé un gran paso.
Gertrudis ha sido mi peluquera desde que tengo 15 años. En todo este tiempo, nunca me había atendido con nadie más. Cuando cambió de trabajo y se fue a uno de los salones más caros de la ciudad, fui detrás de ella (mi bolsillo no me lo agradeció). Nunca me había atendido con más nadie. Si ella no estaba, hacía cita para otro día, porque no le iba a “pegar cuernos”. Sólo una vez me atendí con otra persona, y fue con su anuencia. Cuando llamaba para hacer cita acomodaba mi horario al de ella. Cuando se dañó el aire en el salón le compré un abanico para que no pasara trabajo. Nunca me quejé de nada. Traté siempre de ser buena clienta.
Como se podrán imaginar, luego de 16 años entre nosotros existe una camaradería agradable. Gertrudis me vio crecer, me vio llorar por hombres y convertirme en profesional. Yo vi a sus hijos crecer, estuve ahí cuando su padre murió y le di apoyo cuando se divorció.
En el salón siempre han respetado nuestra relación. Para ellos está muy claro que si no es con ella, no me atiendo. Es hasta causa de chistes entre nosotros.
Últimamente Gertrudis ha estado medio sinvergüenza. No va al salón, cuando va llega tarde y se le forma un tapón de gente, siempre tiene una actitud y una excusa para todo. De un tiempo para acá he intentado hablar con ella para tratar de hacerla entrar en razón, pero ella es muy terca y no oye a nadie. Muchas de sus clientas se han molestado con ella y se han comenzado a atender con otras personas. Poco a poco, todas le han ido sacando los pies y esto ha repercutido negativamente en ella: trabaja por comisión y si no tiene clientas no trabaja y gana menos dinero. Hasta el Sábado pasado, yo era la única de sus clientas que no le había pegado cuernos. Hasta el Sábado pasado.
Como dije anteriormente, cada vez más su actitud ha ido siendo más irresponsable. De hace 3 meses para acá, se ha puesto peor. Llamo y no saben si va, cuando llego tiene un tapón de 3 personas delante de mí porque llegó tarde, etc. Un día me le acerqué y le dije que tenía que modificar su conducta en lo que tenía que ver con su trabajo, Ni siquiera me dejó terminar, me saltó con que tenía muchos problemas y que tenía que solucionarlos. Que primero iban sus problemas y después el trabajo. Sobre todo porque sus problemas eran monetarios. Intenté decirle que si no trabajaba nunca iba a poder resolver esos problemas, pero comenzó a subirse y a mí no me gusta hablar cuando la gente se molesta.
El Sábado pasado había hecho cita para las 10 (el salón trabaja por citas). Como fui directo del bonche, llegué a eso de las 9:45 a.m., dispuesta a esperar los 15 minutos restantes. Los minutos pasaron y mientras tanto yo me iba molestando. No era la primera vez que tenía que esperarla más de 15 minutos. Cuando por fin llegó eran las 10:45 a.m. y yo estaba bastante molesta. Cuando fui donde ella para decirle que no me gustaba lo que estaba haciendo, me “abrió la boca” y me dijo que estaba lloviendo y que no se iba a mojar. ¡Ya quisiera yo poder decir en mi trabajo que no llegué a tiempo porque estaba lloviendo! ¡Me cancelan por caja chica de una vez! Le dije que por lo menos debió haber llamado para decir que llegaría tarde, pero dijo un San Antonio y siguió por ahí mismo.
Todas sus compañeras de trabajo me dijeron que ya ella estaba abusando de mi paciencia y que efectivamente lo que estaba haciendo era incorrecto. Era necesario que le diera una lección, como a los niños.
Este Sábado tenía cita a las 10:00 a.m. para “darme los poderes”. Llegué súper temprano pues tenía diligencias que hacer tanto antes como después del salón. Ya la situación estaba tensa porque todo el mundo sabía mi molestia con la irresponsabilidad de Gertru. Eran las 10:45 a.m. y no había señales de Gertrudis. La llamaron al celular y no lo levantaba. Yo estaba muy incómoda porque tenía compromisos después del salón y por su culpa no iba a poder cumplirlos. Me paré y dije que me iba, que no volvería y que el abuso de confianza se había acabado ahí. La administradora del salón me calmó y puso a otra persona a atenderme, aunque yo lo que quería era irme. A las 11:15 llegó doña Gertru muy quitada de bulla. Ni siquiera me pidió disculpas. Yo no le dirigí la palabra. La persona que me atendió lo hizo muy bien, y todo el que me veía atendiéndome con ella no lo podía creer.
Lo siento, pero mi paciencia se agotó.
Quiero mucho a Gertrudis, pero de verdad creo que abusó de nuestra amistad. Entiendo que pueda tener problemas personales, pero todos los tenemos y no debemos permitir que estos interfieran con nuestras responsabilidades. Desde que se inventaron las excusas todo el mundo queda bien, pero las excusas no pueden ser constantes. Si te quejas porque no tienes dinero, no dejes de trabajar o seas irresponsable en el trabajo, porque si lo haces tus ingresos disminuirán y tus problemas se empeorarán. Aparte de todo, no se puede abusar del tiempo ajeno. Si hago cita en el salón a una hora es porque tengo cosas que hacer después. La tardanza de una persona afecta el itinerario de la otra, y esto es una falta de respeto. Además, no le estoy pidiendo que me haga un favor. Le pago (y muy bien) por su trabajo, pero si ella es incapaz de darme el servicio que yo requiero, desgraciadamente me veo obligada a buscar a una persona que sí esté dispuesta a dármelo.
Estoy pensando seriamente no volver al salón. Ella me puso par de beepers el Sábado, pero yo estaba muy molesta para devolverle, aparte de que no me gustó el tono de voz en sus mensajes. Lo más probable piense que no hizo nada malo y me estaba llamando para echarme un boche, y quiero evitar tener un problema con ella. Quizás vaya a buscar las cosas que tengo en el locker, quizás vuelva, pero todo depende de la actitud que ella tenga cuando me presente.
Veré qué pasará…
Creo firmemente en darles oportunidades a las personas. Creo que nadie es perfecto y que todo el mundo se equivoca. Por eso a veces me tomo más tiempo del necesario en tomar decisiones, porque siempre estoy esperando a que el otro reaccione.
Soy así con casi todo en la vida. Mi novio me trataba mal y duré años en tomar la decisión de alejarme de él. Mi jefe me trataba mal y lo aguanté por años también.
Analizándome me he dado cuenta que aparentemente soy renuente al cambio, y esto a veces no es bueno. Suelo acomodarme y resiento tener que cambiar.
He estado trabajando en esta falla durante años, y creo que el Sábado pasado tomé un gran paso.
Gertrudis ha sido mi peluquera desde que tengo 15 años. En todo este tiempo, nunca me había atendido con nadie más. Cuando cambió de trabajo y se fue a uno de los salones más caros de la ciudad, fui detrás de ella (mi bolsillo no me lo agradeció). Nunca me había atendido con más nadie. Si ella no estaba, hacía cita para otro día, porque no le iba a “pegar cuernos”. Sólo una vez me atendí con otra persona, y fue con su anuencia. Cuando llamaba para hacer cita acomodaba mi horario al de ella. Cuando se dañó el aire en el salón le compré un abanico para que no pasara trabajo. Nunca me quejé de nada. Traté siempre de ser buena clienta.
Como se podrán imaginar, luego de 16 años entre nosotros existe una camaradería agradable. Gertrudis me vio crecer, me vio llorar por hombres y convertirme en profesional. Yo vi a sus hijos crecer, estuve ahí cuando su padre murió y le di apoyo cuando se divorció.
En el salón siempre han respetado nuestra relación. Para ellos está muy claro que si no es con ella, no me atiendo. Es hasta causa de chistes entre nosotros.
Últimamente Gertrudis ha estado medio sinvergüenza. No va al salón, cuando va llega tarde y se le forma un tapón de gente, siempre tiene una actitud y una excusa para todo. De un tiempo para acá he intentado hablar con ella para tratar de hacerla entrar en razón, pero ella es muy terca y no oye a nadie. Muchas de sus clientas se han molestado con ella y se han comenzado a atender con otras personas. Poco a poco, todas le han ido sacando los pies y esto ha repercutido negativamente en ella: trabaja por comisión y si no tiene clientas no trabaja y gana menos dinero. Hasta el Sábado pasado, yo era la única de sus clientas que no le había pegado cuernos. Hasta el Sábado pasado.
Como dije anteriormente, cada vez más su actitud ha ido siendo más irresponsable. De hace 3 meses para acá, se ha puesto peor. Llamo y no saben si va, cuando llego tiene un tapón de 3 personas delante de mí porque llegó tarde, etc. Un día me le acerqué y le dije que tenía que modificar su conducta en lo que tenía que ver con su trabajo, Ni siquiera me dejó terminar, me saltó con que tenía muchos problemas y que tenía que solucionarlos. Que primero iban sus problemas y después el trabajo. Sobre todo porque sus problemas eran monetarios. Intenté decirle que si no trabajaba nunca iba a poder resolver esos problemas, pero comenzó a subirse y a mí no me gusta hablar cuando la gente se molesta.
El Sábado pasado había hecho cita para las 10 (el salón trabaja por citas). Como fui directo del bonche, llegué a eso de las 9:45 a.m., dispuesta a esperar los 15 minutos restantes. Los minutos pasaron y mientras tanto yo me iba molestando. No era la primera vez que tenía que esperarla más de 15 minutos. Cuando por fin llegó eran las 10:45 a.m. y yo estaba bastante molesta. Cuando fui donde ella para decirle que no me gustaba lo que estaba haciendo, me “abrió la boca” y me dijo que estaba lloviendo y que no se iba a mojar. ¡Ya quisiera yo poder decir en mi trabajo que no llegué a tiempo porque estaba lloviendo! ¡Me cancelan por caja chica de una vez! Le dije que por lo menos debió haber llamado para decir que llegaría tarde, pero dijo un San Antonio y siguió por ahí mismo.
Todas sus compañeras de trabajo me dijeron que ya ella estaba abusando de mi paciencia y que efectivamente lo que estaba haciendo era incorrecto. Era necesario que le diera una lección, como a los niños.
Este Sábado tenía cita a las 10:00 a.m. para “darme los poderes”. Llegué súper temprano pues tenía diligencias que hacer tanto antes como después del salón. Ya la situación estaba tensa porque todo el mundo sabía mi molestia con la irresponsabilidad de Gertru. Eran las 10:45 a.m. y no había señales de Gertrudis. La llamaron al celular y no lo levantaba. Yo estaba muy incómoda porque tenía compromisos después del salón y por su culpa no iba a poder cumplirlos. Me paré y dije que me iba, que no volvería y que el abuso de confianza se había acabado ahí. La administradora del salón me calmó y puso a otra persona a atenderme, aunque yo lo que quería era irme. A las 11:15 llegó doña Gertru muy quitada de bulla. Ni siquiera me pidió disculpas. Yo no le dirigí la palabra. La persona que me atendió lo hizo muy bien, y todo el que me veía atendiéndome con ella no lo podía creer.
Lo siento, pero mi paciencia se agotó.
Quiero mucho a Gertrudis, pero de verdad creo que abusó de nuestra amistad. Entiendo que pueda tener problemas personales, pero todos los tenemos y no debemos permitir que estos interfieran con nuestras responsabilidades. Desde que se inventaron las excusas todo el mundo queda bien, pero las excusas no pueden ser constantes. Si te quejas porque no tienes dinero, no dejes de trabajar o seas irresponsable en el trabajo, porque si lo haces tus ingresos disminuirán y tus problemas se empeorarán. Aparte de todo, no se puede abusar del tiempo ajeno. Si hago cita en el salón a una hora es porque tengo cosas que hacer después. La tardanza de una persona afecta el itinerario de la otra, y esto es una falta de respeto. Además, no le estoy pidiendo que me haga un favor. Le pago (y muy bien) por su trabajo, pero si ella es incapaz de darme el servicio que yo requiero, desgraciadamente me veo obligada a buscar a una persona que sí esté dispuesta a dármelo.
Estoy pensando seriamente no volver al salón. Ella me puso par de beepers el Sábado, pero yo estaba muy molesta para devolverle, aparte de que no me gustó el tono de voz en sus mensajes. Lo más probable piense que no hizo nada malo y me estaba llamando para echarme un boche, y quiero evitar tener un problema con ella. Quizás vaya a buscar las cosas que tengo en el locker, quizás vuelva, pero todo depende de la actitud que ella tenga cuando me presente.
Veré qué pasará…
1 comments:
Esa vaina de que jueguen con el tiempo de uno es de las cosas que mas me sacan de quicio... yo te recomiendo que le saques los pies hasta que ella te pida perdón, pero ponla a coger un chin de lucha para que aprenda y luego vuelve, si vuelve a pasar lo mismo no esperes mucho y sacale los pies definitivamente. Te digo que vuelvas porque no todo el mundo sabe manejar bien los problemas y una segunda oportunidad en este caso es bien, ahora, si no aprende ahí es muy probable que ya no aprenda nunca.
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