¡Gracias por saludarme!

Desde ayer tengo un dolor de cabeza que me está matando y que me tiene de medio mal humor.
Hoy, como todos los Jueves, tenía que asistir a mi Diplomado y como que entre una cosa y otra no estaba del mejor de los humores. Cuando voy entrando al hotel donde dan las clases, el "guachi" me paró para preguntarme dónde iba (o sea, si estoy entrando al parqueo, ¿a dónde usted cree que voy? ¿Para Guibia? ¿Para Puerto Plata?) y eso como que me empeoró el ánimo.
Si, yo se, estoy medio intolerante hoy (no soy perfecta... tengo mis días).
Para colmo de males, había un tapón grandísimo (en parte por culpa de guachi por estar parando a uno en el medio de la calle para hacerle preguntas obvias) y estaba medio lloviendo. Cuando por fin logré entrar al parqueo (que bastante incómodo que es), había una camioneta atravesada medio a medio a la vía, desmontando gente pero a la vez interrumpiendo el tránsito. Ya casi comenzaban a salirme cucarachitas por la boca cuando veo que alguien se me acerca y me toca el vidrio.
La verdad es que yo no estaba esperando que nadie se me acercara. Habían varias personas caminando hacia la entrada pero nadie a quien yo conociera.
Cuando bajo el vidrio...:
"Hola, ¿tú eres Bracuta, verdad?"
¡Ja ja ja ja! ¡Que risa! Yo esperaba que me iban a echar un boche o algo así (no sé por qué, esa fue la impresión que me dió... como que no me lo esperaba).
Era una de mis lectoras, Susana, quien trabaja en la CDEE (¿Viste? ¡Estaba muy atenta!), que me había reconocido y se había acercado a saludarme.
Fue muy simpática conmigo y la verdad fue que sin quererlo me alegró noche.
¡Gracias por acercarte a saludarme y por leerme!