I hate back seat drivers

Lo admito, soy un poco controladora y perfeccionista. Sobre todo, me molesta la gente necia, impertinente y entrometida.
Y también soy intolerante.
Por ejemplo, cuando estoy manejando me incomoda sobremanera que el que anda conmigo se quiera meter en lo que estoy haciendo. “Ten cuidado”, “coje por aquí”, “vas muy rápido”, “cuidado con ese hoyo”, “no dobles en esta, dobla en la otra”, “ahí viene un carro”, “cuidado con la esquina”, el semáforo está en verde, acelera para que no cambie” y “mejor vámonos por esta calle” son de las frases que me sacan de quicio.
Si, soy MUY intolerante.
El Viernes fui con Rox y con Loli al cine de Acrópolis para ver “The Devil Wears Prada”. Ya yo la había visto, pero no me molesta ver mis chick flicks varias veces así que accedí gustosa. Llegamos temprano, fuimos de las primeras en entrar a la sala y nos acomodamos tranquilamente para esperar que comenzara la película.
La verdad es que yo tengo mala suerte con los cines y la gente.
En la fila detrás de la nuestra se sentaron varios muchachitos que no pasaban de los 21 años. Desde que se sentaron el muchachito, que era el que estaba sentado detrás de mi, comenzó a darle patadas a mi silla (vaina que me molesta). Gracias a Dios que luego se tranquilizó, pero entonces comenzó la tanda de necedades.
Ir al cine no es una proeza complicada. Hay pocas reglas que seguir: manténgase callado, si tiene que hablar hágalo en voz baja (que no molesta a los demás), apague su móvil o póngalo en vibración, no se la pase entrando y saliendo, no le de patadas al asiento delante suyo, si usted ya vió la película no se la pase comentádola y diciendo lo que va a pasar antes de que pase entres otras, son de las simples normas básica de educación que deben observarse.
Lo próximo es para que vean que el dinero no dá educación.
Inmediatamente comenzó la película, los “niños” iniciaron su diálogo. A plena voz. Sin respetar al resto de las personas que estábamos en la sala.
- ¿Viste esa cartera?
- ¿Mencionaron a Santo Domingo? Por que en libro mencionan a Santo Domingo.
- Mira, esta parte en el libro es diferente.
- Esa no era la ropa que tenía puesta en el libro.
- ¿Pero el es gay?
- (alguien se monta en un carro) ¿Se montó en el carro?
- (alguien cojió el teléfono) ¿Cojió el teléfono)
- (están en Paris) ¿Están en Paris?
- Ahora ella va a elegir entre su vida y el trabajo.
- Ahorita ella se reúne con el novio y hablan de eso.
- Tu vas a ver, ahora ella coje y la llama y le regala todo.
- En el libro no termina así.

O sea, a veces los comentarios o preguntas eran tan estúpidos que varias veces me volteé para ver si la persona que los estaba haciendo tenía limitaciones o algo, porque realmente las respuestas eran demasiado obvias.
Perfecto, si usted ya vió la película o leyó el libro, deje que quienes no lo hicieron disfruten la película. Por lo menos, eso fue lo que yo hice.
Al final de la película, me volteé nuevamente y les dije “gracias, porque ya no tengo que leer el libro después de que se pasaran la película entera relatándolo y diciendo las diferencia entre uno y otro.”
Los chamaquitos se quedaron como que no era con ellos.
I hate backseat movie goers.