La brecha generacional

Recuerdo que hace mucho me enviaron un mail que hacía referencia a los diferentes pensamientos de las personas a medida que iban creciendo y comparándolos con los conocimientos de sus padres (o algo así). Era algo más o menos como que antes de los 20 creíamos que lo sabíamos todo y que nuestros padres no sabían nada, entre los 20 y los 30 estábamos seguros de lo anterior, después de los 30 nos dábamos cuenta de que nuestros padres tenían la razón en muchas cosas y así sucesivamente. He tratado de encontrar el mail pero no aparece por ningún lado.
Traigo esto a colación por algo que me ha estado pasando desde hace un tiempo para acá. Ahora los muchachos se creen que lo saben todo y que se pueden llevar al mundo por delante (o será porque ahora que soy mayor lo veo así). Me hierve la sangre cuando un fundillito sucio (léase c...o c…o) de menos de 18 años se cree que se las sabe todas y piensa que realmente engaña a sus mayores. A veces hasta les faltan el respeto diciéndoles que están “pasaos” o cualquier cosa por el estilo.
La experiencia no entra por cabeza ajena y el diablo sabe más por viejo que por diablo. Pero no en todos los casos.
Pues bien, en las últimas semanas ha estado un poco perturbada porque no quiero ponerme en la situación del fundillito sucio, pero me estoy dando cuenta que mis mayores me están viendo como tal.
Me explico.
Hace unas semanas tuve un conato de discusión con mi familia por las medidas del gobierno. Ellos estaban muy de acuerdo con las medidas y yo estaba en total desacuerdo. Intenté de manera civilizada de explicarles mi punto de vista como joven adulta, pero ellos se pusieron intransigentes y no quisieron oírme o entenderme. Tristemente decidí que no iba a perder mi tiempo tratando de hablar con alguien que tienen la cabeza completamente cuadrada y que lo único que iba a hacer era atacarme a mi y al segmento de población que estoy defendiendo única y exclusivamente por que somos jóvenes. Desde ese momento adopté la posición silente; cuando se me hablara del tema simplemente no iba a hacer ningún comentario al respecto.
En toda discusión (y discusión no es pleito) siempre trato de ser razonable y de escuchar a mi contraparte, aunque no esté de acuerdo con su punto de vista. Por ejemplo, si un Liceísta viene a hablarme del Licey yo lo dejo que me hable, respeto su posición, no le ataco por simpatizar por el equipo contrario al mío, oigo las razones que tiene para simpatizar por el equipo sin que esto implique que yo me vaya a convertir en Liceísta y ahí se queda la cosa. No gano nada con comenzar a pelear y tratar de convencerlo de mala manera para que se cambie para las Aguilas (porque las Aguilas son las Aguilas). Para los gustos se hicieron los colores y para los olores las flores; esto es la diversidad de la vida. Sin embargo hay personas que se creen que se las saben todas sólo por ser mayores que uno y quieren que uno entienda su punto de vista a la fuerza.
Así no es, no.
Después del precitado conato no he vuelto a hablar del tema. Hace par de fines de semana el tema salió a relucir y comenzaron de nuevo con el ataque. “Ninguna muchacha decente busca nada en la calle después de las 2 de la mañana”, “eso está muy bien porque así va a bajar la delincuencia”, “yo no entiendo por qué a ti te gusta amanecer en una playa dando brincos cuando tú lo que deberías a esa hora es estar acostada en tu casa”, “hasta que no tengas hijos no vas a saber la tranquilidad que estas medidas significan para los padres”, entre otras, fueron de las cosas que comenzaron a decir. Antes de que la cosa se pusiera más acalorada, le dije a Jose (que fue quien comenzó a hablar) que la experiencia me había de mostrado que con “ellos” no se podía tener una conversación civilizada porque no querían entendernos así que era mejor que ahorrara su saliva y cambiara el tema. Ahí comenzó mi cuñado (que se está jugando TODOS los numeritos de la rifa) a burlarse de mi, diciendo dizque “¡ja! Oye a esta, dizque experiencia.”
¡Qué vaina es ser el más chiquito de la casa!
El Domingo pasado cuando salía para la malograda marcha de protesta papi me dijo que él consideraba que yo no debía ir a la marcha porque ir significaba buscarme problemas.
Y-“Papi, tengo derecho a protestar pacíficamente.”
P-“Tú sabes que aunque digan que va a ser pacífica siempre se arman problemas.”
Y-“Gracias por preocuparte, pero realmente estoy descontenta con la situación y estoy en mi derecho ciudadano de hacerle ver a las autoridades, de manera pacífica y dentro de lo que establecen las leyes, que no estoy de acuerdo con sus medidas.”
P-“Bueno, allá tú, pero yo no estoy de acuerdo con que vayas.”
Y-“Entendido y anotado, pero me voy.”
Y me fui. Estoy segura que si hubiese sido más joven y con menos fuerza de voluntad y propósito me hubiesen prohibido ir.

Este Sabado en la mesa Jose y yo estábamos hablando del bonche del Viernes y yo le estaba contando lo de que nos bajaron a la fuerza de la tarima (ya él se había ido cuando eso). Seguimos hablando y después cambiamos el tema porque ya iban de nuevo a comenzar a opinar sobre el asunto.
Un rato después iba saliendo para Caribbean Sun a pasarme la tarde chillin oyendo musiquita en otro supuesto bonche (la que no fue nadie gracias). Cuando fui a despedirme de mis padres, papi me pidió que me quedara un segundo.
P-“¿Las personas que te pidieron que te bajaras de la tarima eran militares?”
Y-“No. Eran seguridad privada. ¿Por qué?”
P-“Yo creo que tú debes cambiar tu actitud y no buscarte problemas…”
No lo dejé terminar. Toda la sangre se me subió a la cabeza y debo admitir que me sulfuré.
Y-“Papi. Me vas a disculpar pero no voy a permitir que nadie me maltrate..”
P-“Tú eres abogada. Tú sabes que eso te puede traer problemas.”
Y-“Precisamente porque soy abogada conozco mis derechos y no voy a dejar que nadie me los viole. Tú sabes que siempre obedezco y respeto a la ley y a la autoridad, pero cuando las cosas no se hacen de la manera correcta y legal yo no me voy a quedar callada y no voy a permitir que nadie me maltrate por más uniforme que tenga puesto.”
Ahí entró mami:
M-“¡No le hables así a tu papá, que él sólo te está dando un consejo!”
Y-“Perdóname mami si hablé mal, agradezco el consejo pero realmente no estoy de acuerdo con su forma de pensar. La respeto pero no la comparto y porque ustedes piensen y actúen de una forma eso no implica que yo voy a hacer lo mismo.”
P-“Si te sigues portando de esa forma te vas a buscar un problema en la calle.”
Y-“¿Pues saben qué? ¡Ojalá y me maten por simplemente reclamar que se me respeten mis derechos, porque si esa es la única forma para que todos abran los ojos y se den cuenta de lo que está pasando entonces no me habré muerto en vano.”
Si. Me quillé de mala manera. Me pasé y sé que no respondí de la mejor manera, pero mi nivel de “aguantamiento” llegó a su límite. Pedí perdón pero también les pedí que no fueran tan obtusos y que trataran de ponerse aunque fuera por sólo un minuto en mi lugar y que vieran las cosas desde mi perspectiva.
Ya el ambiente estaba caldeado. No recuerdo qué más me dijeron y qué respondí, lo que sí recuerdo es que mami me dijo algo como que “nosotros los viejos, los que estamos quedados y pasados”, pero yo no iba a caer en la trampa. Me sentí muy mal porque en ningún momento quise decirles ni les dije eso, así que simplemente me sonreí y les dije “¿saben qué? WHATEVER. Gracias por su consejo y nuevamente les pido disculpas si les hablé mal.” Les piqué el ojo, les dediqué la mejor de mis sonrisas y me fui.
Detesto discutir con mis padres. Detesto que me consideren una niña malcriada, pero también detesto que no me tomen en consideración como adulta.
Porque aunque tengo 32 años bien vividos, para ellos todavía soy su bebé.
Cuando nací mi papá ya había cumplido 43 años y mi mamá estaba a par de meses de cumplir 39 años. Mis hermanos eran adolescentes, así que la brecha generacional entre ellos (mis padres y mis hermanos) y yo era bastante grande. Ese es uno de los motivos por los cuales la mayoría de las veces no vemos las cosas de la misma manera.
Sin embargo, he oído los cuentos y sé que ellos no siempre fueron así. La familia de mi mamá siempre fue antitrujillista. Mis tíos y muchos de los primos de mi mamá eran “cabezas calientes”. Par de ellos estuvieron presos en la famosa “40” y a unos cuantos torturaron y a otros los mataron. Hay un cuento muy famoso de mi mamá sobre una vez en la que ella escondió a un primo de ella en un closet por par de semanas porque la policía lo estaba buscando y nadie sabía nada. También he oído los cuentos de la época en la que papi trabajaba en la jungla Amazona de Guyana, cuando en plena revolución sabía coger una escopeta para apaciguar los ánimos de los trabajadores revolucionarios o cuando se sabía caer a trompadas con cualquiera para defender sus bienes y derechos.
Entonces ellos ahora pretenden que yo me cruce de brazos.
¿Será que con la edad la gente se va poniendo más temerosa y permite que pasen cosas que no deben pasar por simple miedo?
Yo de verdad no sé qué es lo que ellos están pensando. Hoy estoy vestida de rojo y negro y cuando fui a despedirme de mami para salir para la oficina lo que me dijo fue “hoy estás vestida de comunista.” ¿Qué es lo que están creyendo? ¿Qué ahora voy a tirarme a las calles con un fusil?
¡Ja ja ja ja!
Como le dijo mami una vez a un militar cuando el lío del granadazo en la Junta Central Electoral, mi única arma es mi inteligencia y mi libertad de expresión y es la que pretendo utilizar (bueno, realmente mami la sacó la lengua al guardia y le dijo que esa era su arma, pero como que no pegaba en el cuento).
Me pregunto yo si mi abuela le echó un boche a ella cuando le contó la forma en que le respondió al militar.