No hice absolutamente nada el fin de semana. Por lo menos, nada de bonches. El Sábado no me sentía muy high de ánimos, así que me la pasé acostada el día entero con Memo viendo televisión. Ya a eso de las 10 de la noche estaba en los brazos del más feo (Morfeo para los que no lo conocen). A Memo lo llamaron de su casa como a las 11:00 p.m. para que cruzara y me dejó abandonada y sin cenar. Como a las 5 de la mañana me levanté a cerrar las puertas de la casa, pero parece que ya papi se había levantado y las había cerrado. El estómago me estaba diciendo un reguero de disparates, así que procedí a abrocharme par de pancitos chinos que papi me había traído al medio día.
Pobre Rosita, me llamó como 40 veces para que saliéramos, pero se le peló el billete.
Pobre Rosita, me llamó como 40 veces para que saliéramos, pero se le peló el billete.
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