La discriminación es una calle de doble vía

No quiero crear una polémica sobre el tema, pero creo que hay ciertos puntos que deben aclararse.
No sólo discrimina el blanco contra el negro; el negro discrimina contra el blanco. No sólo discrimina el rico contra el pobre; el pobre discrimina contra el rico. No sólo discrimina el jevito contra el chopo; el chopo discrimina contra el jevito.
Cierto es que sólo al final de la serie fue que un personaje de color (la que fuera novia de Joey que terminó siendo novia de Ross) participó como personaje principal en los 9 años de Fiends. Cierto también es que si cogen una película de Spike Lee o las Barbershop, la película Soul Plane y la mayoría de las películas de Eddie Murphy, se pueden contar con los dedos de una mano los personajes de piel clara. Todo el mundo se queja cuando en una películas de blancos no salen afroamericanos (to be politically correct), pero nadie se queja cuando en una película de afroamericanos no sale un solo blanco.
Que tú detestas el rock y yo detesto el rap. ¿Y eso me hace a mí mejor persona que a ti o vice-versa?
¿Acaso tenemos derecho de juzgar a los demás sin ni siquiera conocer sus circunstancias?
¿Tengo yo la culpa de que la vida me haya dado más oportunidades que a otra persona? Culpable fuera si no las hubiese aprovechado.
Las oportunidades son calvas, y hay que agarrarlas por los pelos…
No se crean que la vida para mi y mi familia siempre ha sido cómoda. Para llegar donde han llegado, mis padres han tenido que trabajar mucho y no siempre en las mejores condiciones.
Si bien es cierto que mi papá era del círculo de amigos personales de Angelita Trujillo (fue uno de los partners de sus 15 años) y que el primer carro convertible que llegó al país fue el suyo, no es menos cierto que se fajó por muchos años a trabajar como un perro en países cuyas lenguas y culturas no eran las suyas para llegar donde está hoy. ¿Creen que es fácil meterse a trabajar en la jungla del Amazona, donde no sólo los obreros eran un peligro (las huelgas a veces se convertían en violentas), sino que también el ambiente que le rodeaba estaba lleno de peligros naturales. Se iba de su casa por semanas (y mi mamá embarazada), sin poder tener ningún tipo de comunicación con su familia, sin saber si estaban bien o si algo les había pasado. ¿Creen que fue fácil?
Cuando mi mamá era joven todos los días tomaba el tren desde su natal Arenoso hasta Sánchez, donde tenía que trabajar con tuberculosos. TUBERCULOSOS. Quiero ver a cualquier de ustedes tratando a diario con tuberculosos, corriendo el riesgo de que la enfermedad se les contagiara. Y viniendo de una familia anti-trujillista, tener que enamorarse de uno que venía de una familia completamente trujillista (a mi papá casi lo matan una vez en La Cumbre por estar de novio con mis mamá). ¿Y casarse a la carrera en medio de un toque de queda? ¿Y tener que emigrar con 42 días de parida a un país donde no conocía ni siquiera el idioma? Mi papá se iba a trabajar el día entero y mi mamá se quedaba sola en la casa con mi hermano recién nacido en brazos, sin poder comunicarse con nadie, lejos de todo el mundo.
Si creen que para ellos lo que tuvieron que vivir fue fácil, están muy equivocados.
¿Acaso tengo yo la culpa de que alguien estudiara en el Liceo Juan Pablo Duarte y yo en el St. George? ¿Creen que a mi papá le regalaban el dinero para pagarme el colegio? Pues déjenme decirte que no. Todos los días tenía que ir a joder con obreros de sol a sol para poder darle a su familia los lujos que le dio. Y no se retiró a los 35, estuvo trabajando hasta el otro día (y todavía lo hace, aunque menos por sus limitaciones de salud).
En el colegio tenía amigas cuyos padres hacía grandes sacrificios para poderles dar a sus hijos la mejor educación. Y no todas vivían en Piantini, Arroyo Hondo o la Anacaona. Tenía amigas y amigos que vivían del otro lado del puente, pero no por eso los discriminábamos. Yo les admiraba; la vida no le había dado la misma oportunidad que a mí, y sin embargo se esforzaban y ponían de su parte para su propio bien. Esas personas son ante mis ojos las que más valen.
Entre mis amigos nunca hemos discriminado a nadie por su forma de vestir, el lugar donde vive, la música que escucha, la cantidad de dinero en su cuenta bancaria o el color de su piel.
El mismo Peña Gómez, que nació en la miseria, luchó por llegar donde llegó. Nunca discriminó a ricos ni a pobres, porque entendía que todos éramos iguales, que todos éramos hijos de Dios.
Who died and made you God? Who says your way is the right way?
¿Le molesta que yo tenga puesto un reloj Cartier y usted un Seiko? ¿Le molesta que yo ande en una jeepeta y usted en carro público? ¿Le molesta que yo vaya al Make Up Center y usted al Salón Fefita? ¿Le molesta que yo me coma una crepe en Pepperoni y usted un yaniqueque en Ludovino? ¿Le molesta que yo me coma un hamburguer en Marocha y usted un chimi en el Malecón? ¿O es que eso le hace mejor que yo porque sabe darse un “baño de pueblo” y yo generalmente ande con los “jevitos del medio” y no con las “chopitas de la Lincoln”? ¿Eso le hace mejor persona que yo?
De lo que estoy segura es que no me hace mejor persona que a usted….
No voy a pedir disculpas por ser lo que soy. No me siento avergonzada de mi situación ni de la clase social a la que pertenezco. No voy a disculparme por mis gustos ni por las cosas con las que desapruebo.
Cantaré “Material Girl” a todo pulmón mientras usted cantas “No me des más por la p… que me duele, dame por atrás que la p… me duele”. Y pasaré por la Lincoln y miraré despectivamente a las chopitas escenificando escenas morbosas arriba de jeepetas de lujo mientras usted las porrea e insiste en que hagan más cosas que atentan contra la moral y las buenas costumbres.
Dejemos el resentimiento social a un lado y no ataquemos a los demás por el simple hecho de ser jevitos o chopitos, de ser riquitos o pobres, de ser blanquitos o prietitos, de que les guste el reguetón o la música electrónica, de que ande en una Cayenne o en un carro público. Eso lo único que hace es enfermar el alma.
Recuerden que todos los que estamos vivos vamos al baño y que nos ponemos los pantalones de la misma forma, desde la haitianita que pide en la Lincoln hasta la vieja Vicini.
Nadie tiene derecho de juzgar a nadie.
Sólo Dios es perfecto.
Es más, ahora la que está “quillá” soy yo….